Personajes Alfonso Diez |
* ¿Dinero a un Presidente de
México por espiar?
Ahora es
Jefferson Morley quien se ocupa de “descubrir” qué presidentes de México fueron
espías de la CIA en un libro de próxima aparición: Nuestro hombre en México: Winston Scott y la historia oculta de la CIA.
En
realidad, Morley parece tomar datos a medias que Philip Agee, ex agente de la
CIA, denunció en un libro que publicó en 1975 en inglés y en 1978 en español,
junto con otros obtenidos del hijo del jefe de la CIA en México en esos días,
Winston Scott.
En un Personajes anterior, del 4 de noviembre de 2007, que tenía el título de Duda razonable, Las Claves Secretas de la CIA, el autor de estas líneas tocó el tema dentro de otro más amplio. El planteamiento queda en las líneas que siguen corregido y ampliado: Richard Lansing, secretario de Estado del presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson, afirmaba, en 1924: "México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta
controlar a un solo hombre: el Presidente. Tenemos que abandonar la idea de
poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso llevaría
otra vez a la guerra. La solución necesita más tiempo: debemos abrir a
los jóvenes ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el
esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el
respeto al liderazgo de Estados Unidos.
"México necesitará de administradores competentes. Con el tiempo, esos
jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la
Presidencia. Sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o
dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente
que nosotros".
Sabemos que la CIA se nutre de agentes entre los estudiantes de las
mejores universidades de Estados Unidos, sean éstos norteamericanos o no, y
sería infantil pensar que no se han acercado a los hijos de los políticos
mexicanos que van a estudiar allá, tal como lo planeó aquel presidente
norteamericano y posteriormente instrumentó la misma CIA.
Philip Agee, ex agente de la
CIA, reveló en su libro “La ‘Compañía’ por dentro/Diario de la CIA” que tres
presidentes de México fueron agentes de tal agencia en su momento: Adolfo López Mateos, identificado con
la clave “Lienvoy 2”; Gustavo Díaz Ordaz,
cuya clave secreta era “Litempo 8”; y Luis
Echeverría Alvarez, “Litempo 14”.
Las revelaciones de Agee van
más lejos, afirma en el libro citado que cuando Díaz Ordaz avisó a Echeverría que sería su sucesor en la presidencia y que por lo tanto el PRI lo iba a
señalar como su candidato, Echeverría se apresuró a comunicar el suceso a la CIA el mismo día en que Díaz Ordaz le comunicó la decisión.
Hasta el párrafo anterior lo
publicado entonces con relación al tema actual, pero las noticias recientes nos
obligan a develar nuevos datos y a analizar los que Morley pretende
“descubrir”.
Cuando Luis Echeverría descubrió que
Grijalbo sacaba a la venta el libro en español con las revelaciones de Agee
sobre su persona se puso pálido e inmediatamente llamó por teléfono a don Juan,
cuyo apellido da nombre a la editorial, para pedirle que retirara del mercado
la edición.
Echeverría todavía era presidente de
México y su solicitud fue respondida satisfactoriamente de inmediato. La
editorial mexicana dejó de vender el libro. Afortunadamente se conserva la
edición de Stonehill en inglés, de 1975, y la española de laia/paperback, de
septiembre de 1978, en español.
La revelación de que Luis Echeverría
era agente de la CIA trascendió y cuando éste intentó ser Secretario General de
la ONU tras terminar su período presidencial en 1976, el embajador de Estados
Unidos ante tal organización se encargó de distribuir entre los miembros con
voto de la misma una copia fotostática con la denuncia de Agee pero, para no
tener un enfrentamiento con el
gobierno de México, al entregar los datos afirmaba que EU apoyaba la
candidatura del ex presidente mexicano.
La trampa estaba tendida, el
gobierno de Estados Unidos no quería que Echeverría fuera secretario general de
la ONU, pero no lo pedía directamente, solamente “indujo” a los miembros a
votar en contra del ex presidente.
¿Era verdad lo que Agee denunciaba?
Durante muchos años fue perseguido por diversos países, tras ser despojado de
su nacionalidad y acabó refugiado en Cuba, donde murió el pasado lunes 7 de enero
de 2008 a los 72 años de edad. Médicos cubanos le practicaron una cirugía de la
que no salió con vida al perforársele varias úlceras.
Morley, en el nuevo libro citado
antes, dice que Díaz Ordaz era el agente de la CIA Litempo 2 (Agee le llama
Litempo 8), que Echeverría era Litempo 8 (Agee dice que Litempo 14), y añade un
nuevo dato, que un sobrino de Díaz Ordaz, Emilio Bolaños (Litempo 1), también
era agente de la CIA y junto con otro agente, George Munro, se encargó de
enviar 200 mil litros de gasolina mexicana para las lanchas de exiliados
cubanos que invadieron Cuba en abril de 1961 por Bahía de Cochinos (ver el
Personajes anterior a éste).
Acusa a López Mateos de haber
autorizado la operación, pero recordemos que Gustavo Díaz Ordaz era el
secretario de Gobernación y que un sobrino suyo, Emilio Bolaños (probablemente
Bolaños Cacho), fue el agente de la CIA a cargo de la operación, por lo que no
sería difícil que el propio Díaz Ordaz manejara todo, dada su amistad con el
jefe de la CIA en México, Winston Scott.
Dice además Jefferson Morley en su libro de próxima publicación que
el nombre secreto de Adolfo López Mateos como agente de la CIA era Litensor, y
aquí hay otra contradicción con Agee, quien dice que don Adolfo era llamado
Lienvoy 2 por la CIA.
Morley va mucho más lejos y afirma
que la asistente de Scott en México, Anne Goodpasture, afirmaba que López
Mateos recibía 400 dólares mensuales de Winston Scott para que encontrara a
“otro espía mexicano” pero que ella pensaba que ese dinero se quedaba en la
cartera del presidente de México.
Este último dato es increíble. Puede
ser que López Mateos recibiera una clave secreta para las comunicaciones
internas de la CIA; pudiera ser, aunque es poco creíble, que colaborara con
Scott, pero que recibiera 400 dólares de éste, para lo que fuera, queda
totalmente fuera de la realidad.
Un presidente mexicano percibe mucho
más que eso de manera legal durante su mandato, como resultado de sus
emolumentos al frente de la presidencia e inclusive por los negocios que pudiera
llevar al cabo durante la misma, pero nadie podrá creer que “se quedaba con 400
dólares que le entregaba cada mes Scott”, ni siquiera que los recibía; vamos,
ni siquiera que Scott se los ofreciera.
Eso echa por tierra la credibilidad
del libro de Morley que parece más bien una reedición corregida y aumentada del
libro de Philip Agee con el simple objetivo de vender libros para ganar una
buena suma de dólares.
O tal vez con algún objetivo político. Puede tratarse de otra campaña como la que se orquestó para que Echeverría no llegara a la Secretaría General de la ONU pero, ¿Con qué fin? Hay una baraja de posibilidades abiertas. La duda ahí queda. |