Alfonso Diez García

Cronista de Tlapacoyan

alfonso@codigodiez.mx

Asesinato por encargo

Primera de dos partes.

Son varias las razones de peso que confluyen para darle espacio en estas crónicas a la investigación que el que escribe realizó hace años en torno al asesinato del líder cañero y diputado federal Roque Spinozo Foglia. No es solamente la zona donde sucedió todo, hay que añadir el hecho de que se trata de la disputa por territorio entre narcotraficantes en una época en que era casi impensable suponerlo en Veracruz; se suman a esto dos ingredientes fundamentales que hasta ahora se dan a conocer: 1.- Los extraños sucesos en Tlapacoyan y en Martínez de la Torre, en esos días, que adquieren en el presente un peso específico, y 2.- Cómo la investigación mencionada derivó, entre otras cosas, en la salida del manicomio de uno de los supuestos autores intelectuales del crimen.

Pero vayamos por partes. Todo comenzó así:

Roque, su primo -César Spinozo Corral- y dos personas más fueron asesinadas en la madrugada del domingo 25 de noviembre de 1984, poco después de las 2:30 horas. Una quinta se salvó. El día anterior había sido de festejos para el diputado.

A las 11 de la mañana del 24, Spinozo asistió al segundo informe del presidente municipal de Martínez de la Torre, Andrés Vázquez González. Ya había pasado por Tlapacoyan.

A las 15 horas, Roque comió en la congregación “El Diamante”, acompañado de su primo, Sergio Spinozo Corral; antes, había inaugurado las nuevas aulas de una escuela cercana a Martínez.

A las 19 horas, Roque, Sergio, Armando Rodríguez Palafox y Salvador Martínez Ortiz se trasladaron al rancho “El Relicario”, cercano a la población de Emilio Carranza, buscando a César Spinozo Corral; no lo encontraron y se regresaron a Carranza, donde César asistía como testigo a la boda de la doctora Mélida Urbano Aguirre, en el restaurante Carver. Aquí estuvieron todos de las 20 a las 22:15 horas.

Roque y sus acompañantes se salieron del festejo nupcial para buscar a otro pariente, Víctor Spinozo Rodríguez, en la congregación de El Cedro, donde estuvieron de las 23 a las 24:30 horas, excepto César, que se quedó en el Carver. Roque acababa de tomar la decisión de quedarse a dormir en el rancho de su primo César —El Relicario— y pensando que este último ya habría dejado los festejos de la boda se fueron todos al rancho para encontrarse con que César seguía en el Carver, así que regresaron a buscarlo.

Comenzaba ya el domingo 25 y a las dos y media de la madrugada decidieron todos irse a dormir a El Relicario.

Salvador y Sergio abordaron el Volkswagen Corsair de Roque, placas 777-DFG, manejaba el primero. Al Grand Marquis de César, que éste conducía, se subió el diputado del lado del copiloto y Armando viajó en la parte posterior del vehículo.

El Corsair siguió la ruta del Grand Marquis a una distancia de 40 metros. Los esperaba la muerte. En cuanto llegaron a la entrada del rancho recibieron la descarga de diversas armas de alto calibre: R-15, FAL 7 milímetros o HKy 38 súper.

Secuela de muerte

El Grand Marquis recibió 78 impactos de bala,el Corsair sólo 3. Murieroninstantáneamente. Roque, César y Sergio recibieron el tiro de gracia. Armando quedó herido de gravedad y murió en el hospital. Salvador resultó ileso.

Los atacantes estaban parapetados frentea la entrada del rancho, al otro lado de la carretera; en ese lugar se encontraron botes de cerveza vacíos, “bachitas” de mariguana y una bolsa con restos de tortas. Todo indicaba que habían permanecido esperando a su víctima por espacio de varias horas.

A tres kilómetros de El Relicario, rumbo a Palma Sola, quedó abandonada la camioneta que se supone utilizaron los asesinos, una Chevrolet color negro de procedencia norteamericana, con rines cromados y llantas anchas, de doble tracción, tipo K5 Blazer, placas 255-ZPK del estado de Tamaulipas; en la parte trasera del vehículo hay sólo dos huecos en el lugar que debían ocupar las ventanas, que quitaron con la evidente intención de permitir facilidad de tiro a los ocupantes.

En el interior de la camioneta quedaron abandonados diversos artículos: un contra recibo de una caja de seguridad y un cenicero del Hotel Real de Minas de Guanajuato, y otro cenicero del Hotel Rioja de Irapuato, dos fundas de piel de pistola revólver, un walkie-talkie y documentos a nombre de José Antonio Ramos Mundo —una credencial, una precartilla y otro.

Había también en el interior de la camioneta, que por cierto estaba desbielada, un sombrero tipo texano, marca Panamá, número 55,6,7/8; dos cajas de refrescos —Coca Cola y Tehuacán— Maletas con varios sobres de sulfatiazol, frascos de merthiolate, dos litros de agua oxigenada, varias cajas de ampolletas de 800,000 unidades de penicilina, vendas marca Confort, Paquetes de algodón, 26 cápsulas de Teragrón, jeringas desechables, 8 ampolletas de vitaminas Onquevit, tres y medio litros de alcohol y un zapato tenis.

Lo que el viento se llevó

José Antonio Ramos Mundo, el individuo del que se encontraron documentos de identificación en el interior de la camioneta Chevrolet, había sido comandante de la policía de Nautla —población muy cercana al rancho Camino Real y a El Relicario— y fue cesado unos meses antes del asesinato, en abril, porque lo descubrieron trabajando como guardaespaldas de Graciela Izquierdo Ebrard, propietaria del Camino Real, en lugar de cumplir con sus funciones policiacas. La señora Izquierdo, por cierto, fue esposa de Arturo Durazo Moreno, “El Negro”, mal afamado jefe de policía de la Ciudad de México en tiempos de la presidencia de José López Portillo.

Ella y su hermano Arturo vivieron hasta poco antes del asesinato de los Spinozo en el mencionado rancho Camino Real en el que, decían los vecinos, vivían a todo lujo y, según estos mismos, la casa principal era una réplica de la que ocupa la protagonista de la película “Lo que el viento se llevó”. En la región conocen al rancho como “El de la vaca”, por la vaca de lámina sobre el letrero que indica el nombre, a la entrada del lugar. A los lados del camino que conduce a la mansión hay (había entonces) una serie de arbotantes iluminándolo y junto la alberca con piso de porcelana azul, enrejada y pegada a la casita que servía de vestidor.

La residencia contaba con un techo de los llamados “de dos aguas”, idéntico —por el material importado utilizado en su construcción— al que utilizó Durazo en su “cabaña del Ajusco”, verde, con destellos luminosos y con una salida de chimenea en la parte superior del mismo. Por un lado están las cocheras y por otro edificaciones diversas; atrás, los hangares con una avioneta en el interior y la pista de aterrizaje.

Todo está delimitado por una cerca de madera blanca. Los jardines son de pasto importado. Era un rancho de 900 hectáreas con 900 reses cuyo costo era entonces superior a los 500 millones de pesos.

Era difícil desprenderse de una propiedad como esa de la noche a la mañana y los Izquierdo Ebrard así lo hicieron. Después de los sucesos que se relatan aparecieron en las escrituras nuevos propietarios: Mario Domínguez Hernández, José Ángel Gil Gamboa, Ramiro Murrieta Silva, Fernando Ramos Ramos y Nicolás Ezquerra; todos, lo mismo que el administrador del rancho, el médico veterinario Felipe Félix Sánchez, eran originarios del estado de Sinaloa.

¿Quién estaba detrás de los asesinatos? ¿Quién compró en realidad el Camino Real? ¿Tuvo algo que ver un expresidente?

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Hasta aquí el texto. En la segunda parte: Los móviles, las pistas, el manicomio y el desenlace.

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