Alfonso Diez García

Cronista de Tlapacoyan

alfonso@codigodiez.mx

El origen de las pinturas de la iglesia

Aunque toqué ya en estas crónicas el tema de la Parroquia de la Asunción, de Tlapacoyan, dejé para esta ocasión un punto medular: ¿Cómo llegaron las pinturas que adornan la iglesia a ésta?

Fue en mil novecientos treinta y tantos cuando Virginia Cano Libreros, esposa de Carlos Diez Bello, trasladó los cuadros, más de diez, de la iglesia de San Joaquín del Jobo a ésta, la iglesia central de Tlapacoyan, ubicada frente al parque central o Plaza de Armas. Y ahí se quedaron.

El hecho ha sido parte de la memoria histórica de la tradición familiar de la familia Diez; además, todavía hay personas con la edad suficiente para recordar cómo y porqué se llevó al cabo este traslado de pinturas tan valiosas. Pero dejemos que Alejandro Diez Cano, que a la fecha tiene 91 años de edad (nació el 30 de octubre de 1921), sea quien nos cuente qué fue lo que pasó:

Efectivamente, al comenzar la década de los 1930s vino al Jobo Rafael Guízar y Valencia. Lo recibieron mis papás y al llegar dijo: "Hasta que se me hizo conocer el famoso Jobo". Lo estábamos esperando y mi mamá le había hecho tamalitos y atole. Nos sentamos a la mesa, el comedor que luego nos llevamos a la casa en Tlapacoyan y que había sido de Guadalupe Victoria. Mis hermanos no estaban, así que sólo me dio la primera comunión a mi y a algunos niños cuyos padres trabajaban en la hacienda. Poco tiempo después comenzó la feroz persecución del gobernador Adalberto Tejeda contra Guízar y Valencia, contra los curas y  contra todo lo que significara Iglesia. Sus enviados destrozaban y quemaban iglesias, mataron a varios religiosos. Arrasaban con todo. Así que mi mamá temía que en cualquier momento se presentaran en la hacienda y, no conformes con romper todo el mobiliario de la parroquia, destruyeran las valiosas pinturas que estaban colgadas en sus paredes y/o las quemaran, como ya habían hecho en muchas otras partes del estado. Ante este panorama, decidió depositarlas en la Parroquia de la Asunción de María Santísima, en Tlapacoyan, con la esperanza de que ahí tal vez la población pudiera resguardarlas, protegerlas. En esa época tal iglesia no tenía pinturas, a duras penas se habían hecho determinados trabajos y nosotros teníamos las que había comprado para la iglesia de San Joaquín del Jobo mi abuela, Herlinda Bello Mangas, esposa de mi abuelo, Juan B. Diez (Juan Bautista Diez Martínez Gil), eran más de diez. Nos las llevamos para allá y allá se quedaron.

Hasta aquí el testimonio de Alejandro Diez Cano.

Y así fue. El antecedente es que el 8 de octubre de 1931 las autoridades del municipio de Tlapacoyan ordenaron a algunos de sus subordinados que entraran a la iglesia y destruyeran y quemaran las figuras religiosas. Nueve días después, el pueblo, enardecido, cazó, uno por uno, tanto a las mencionadas autoridades como a los ejecutores del ataque a la parroquia. Muchos de éstos se habían atrincherado en la parte alta del palacio municipal y, para que salieran, quienes los perseguían quemaron chile seco en la parte baja del edificio.

Al otro día, aparecieron los cadáveres de los profanadores tirados por diversas partes de la población, en el mismo lugar donde algún balazo los había alcanzado cuando intentaban escapar.

La iglesia se empezó a restaurar y mi abuelita, Virginia Cano Libreros, tomó dos decisiones. Una: dejar la casita que ocupaba junto a la iglesia, para trasladarse a su nueva casa ubicada en la calle de Ferrer, donde ahora está el Museo Tlapacoyense. La casita fue demolida y el terreno pasó a formar parte de la iglesia; se construyó ahí una nueva torre y quedó además terreno suficiente para lo que ahora es el atrio lateral, que da a las escaleras que conducen a la calle Hidalgo. Y, dos: depositar las pinturas mencionadas líneas antes en la parroquia para evitar que fueran destruidas, quemadas, en la iglesia de San Joaquín del Jobo. Había quedado claro que, tras las medidas que parte de la población tomó contra quienes habían profanado la parroquia y destruido a sus santos, difícilmente alguien más se atrevería a hacer lo mismo; así que, ahí estarían seguras.

La descripción de las pinturas que se encuentran en las paredes de la Parroquia de la Asunción se encuentra en una de mis crónicas anteriores: "La iglesia, revelaciones"

La figura de la virgen principal en el templo, la de Santa María de la Asunción, había quedado tan deteriorada que una señora que vivía en Teziutlán donó una nueva; esto sucedió al comenzar los años cuarentas. La población fue a recibir el regalo a la entrada de Tlapacoyan, a la y griega de Itzapa. El camino a Teziutlán por ahí se tomaba y hasta ese lugar llegaba la calle principal que entonces era Gutiérrez Zamora. Algunas fotos tomadas desde el Hotel Núñez, ubicado en esta calle, muestran al candidato a la Presidencia de la República, Manuel Ávila Camacho, entrando por ahí, procedente de Teziutlán.

 

La iglesia de El Jobo

Por lo que a la parroquia de El Jobo se refiere, he consignado en mi libro, La vida secreta de Guadalupe Victoria, que ésta es una réplica del Templo de Salomón. El retablo está lleno de símbolos masónicos y destaca entre estos el águila bicéfala, que representa el símbolo del grado 33, el más alto de la masonería, que ostentaba Guadalupe Victoria, el primer presidente de México. Aquí va un pequeño extracto del capítulo correspondiente en "La vida secreta..."

En Tlapacoyan se le conoce como la iglesia de San Joaquín del Jobo. Está efectivamente dedicada al padre de la Virgen María, San Joaquín, pero curiosamente la figura principal, la más grande, asentada en el nicho central, no es la de ese santo, sino la del Apóstol Santiago, santo patrono de Tlapacoyan, cabecera del municipio al cual pertenece la hacienda, al que festejan el 25 de julio; a San Joaquín y a Santa Ana, su esposa y madre de la Virgen, se les festeja un día después, el 26.

El salón interior del templo mide aproximadamente ocho metros de ancho por trece de largo. Al fondo está ubicado el retablo, tras el altar, en el que hay diez nichos; uno está vacío; los otros contienen diversas esculturas religiosas: El apóstol Santiago, Jesucristo, Jesucristo sangrante con una cruz verde frente a él, otro que probablemente sea San Joaquín, uno más con aura, una virgen protegida por un cristal enmarcado y vestida con túnica color azul cielo y sobre ésta un gran manto color beige cubriéndola, otra más protegida también con cristal enmarcado y ubicada bajo el apóstol, un santo descabezado y uno más del que sólo se conservan un antebrazo con la mano y las piernas. Sobre la figura del apóstol hay una cruz hueca que mide poco más de 80 centímetros de altura. Todos los nichos, están enclavados en un retablo de cantera rosa que tiene decenas de símbolos esculpidos a todo lo alto y ancho.

Y esos símbolos son los que nos dan la primera sorpresa: a cada lado en la parte superior del retablo, hay un águila de dos cabezas y bajo ésta dos grandes columnas que parecieran estarla sosteniendo. Un poco más al centro, del lado izquierdo está el sol con dos pequeñas columnas bajo éste, esculpidas en la cantera; del lado derecho, la luna, también arriba de dos pequeñas columnas. Otros símbolos tallados en el retablo son ramas de olivo, uvas, laureles y otras diversas flores y plantas. Cada grupo de símbolos está flanqueado por dos columnas.

Todos son símbolos masónicos. El águila bicéfala es el que corresponde al del grado 33, el más alto en la masonería; una de las cabezas mira hacia lo infinito del pasado, a la izquierda, y otra hacia lo infinito del futuro, a la derecha, para hacernos saber que el presente es apenas una fina línea de contacto entre dos eternidades. Las columnas son J, a la izquierda, Jaquín, y B, Boaz, la de la derecha, que siempre están presentes en cualquier templo de masones. Son el colegio del norte y el del sur, respectivamente; el rojo y el blanco. Tantos simbolismos... Y más.

El sol y la luna, a izquierda y derecha respectivamente, representan en la masonería el polo positivo, la ciencia, el primero, y el negativo, la filosofía, el segundo. Queda claro para cualquiera que conozca el lenguaje masónico: el águila de dos cabezas, las columnas, El sol (SOL) y la luna (OM MON): SOL OM MON, se trata del Templo de Salomón, concretamente del sagrario (tabernáculo, se le llamaba también entonces) que tenía las mismas medidas que la capilla del Jobo (y no podemos decir que por coincidencia). Éste fue el templo judío que se convirtió en punto de partida de los masones, que tenía los símbolos del sol y de la luna a izquierda y derecha respectivamente y en la entrada las dos columnas por las que tenía que pasar cualquiera que pudiera entrar al templo: J y B, Jaquín y Boaz.

Jaquín significa "Él (Dios) establecerá (o determinará)" y curiosamente, la palabra Joaquín significa lo mismo. ¿Es una coincidencia que el templo esté consagrado a San Joaquín? Boaz significa "En Él (Dios) hay fortaleza). Los masones nombran a las columnas simplemente como J y B.

Para completar el cuadro y el asombro, en la parte más alta del retablo hay dos letras esculpidas en la cantera: JG. ¿Qué significan? Si fueran JB no habría dudas respecto a su significado. ¿Pero JG? ¿Jaquín Guadalupe? ¿Joaquín Guadalupe? ¿Jobo Guadalupe? ¿Jesús ...?

¿Jehová Gran arquitecto del universo?

La G entre los masones tiene una gran importancia, se refiere a GADU (Gran Arquitecto Del Universo); Dios, en otras palabras. Con frecuencia se ve esta letra en medio del compás y la escuadra. Entre los masones de habla inglesa también se refieren a la letra como la inicial de God (Dios).

En realidad, hay aquí un acertijo: ¿Por qué el dueño de este lugar, que compró la hacienda El Jobo en 1825 siendo ya el primer presidente de México, erigió un recinto masónico que después sería un templo dedicado a San Joaquín? ¿Por qué Guadalupe Victoria construyó su visión del Templo de Salomón en ese rincón de Veracruz que escogió para vivir al dejar la presidencia? Y para morir.

El texto completo, con muchos más datos acerca de ambas iglesias y de Guadalupe Victoria no tendrían cabida en este espacio, pero se encuentran en mi libro ya mencionado, La vida secreta de Guadalupe Victoria.

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