Alfonso Diez García

Cronista de Tlapacoyan

alfonso@codigodiez.mx

La Mano Negra

Asesinaron a más de 10 mil personas

 

La organización criminal conocida como La Mano Negra ha sido mencionada en estas crónicas sólo como referencia. La historia completa la publiqué en mi libro "La vida secreta de Guadalupe Victoria", en el que una porción importante del mismo está dedicada a Tlapacoyan, El Jobo, Martínez de la Torre y esa enorme franja de 60 kilómetros de largo que fue la gran hacienda del que fuera primer presidente de México, hasta llegar a Gutiérrez Zamora.

Pero muchos de los lectores que me favorecen ahora no han leído el libro mencionado y me han escrito solicitándome la historia de ese grupo. He optado por actualizar los datos para integrar a este espacio la narración que sigue y que, desde luego, no podía quedar fuera de las Crónicas de Tlapacoyan.

El antecedente fue el asesinato de Eulogio Ávila Camacho, hermano menor de Manuel y Maximino, que fue llevado al cabo el 19 de septiembre de 1932, en la Congregación de Hidalgo, Tlapacoyan. El presidente de Tlapacoyan era Juan R. López, enemigo declarado de La Mano Negra y de Manuel Parra Mata, quien dirigía las acciones de este grupo. López había ordenado a Tomás González, Presidente del Comité Agrario de la Congregación de Hidalgo, que actuara de manera coordinada con otros agraristas contra Eulogio y su acompañante, Francisco González Bello.

El 25 de junio de 1936 fue asesinado Manlio Fabio Altamirano Flores en el interior del Café Tacuba, ubicado en el centro de la Ciudad de México. Estaba acompañado por su esposa, Bertha Bracamontes Descombes. Era el gobernador electo del estado de Veracruz, pero sus asesinos no podían permitir que llegara vivo a la toma de posesión. En Tlapacoyan, el presidente municipal era Fernando Diez Bello, quien se enteró del asesinato cuando la noticia cundió como pólvora en el estado.

El Presidente de la República era Lázaro Cárdenas y el gobernador del estado Gonzalo Vázquez Vela, pero a los 8 días de la ejecución de Manlio, entregó Vázquez la titularidad del gobierno veracruzano a Guillermo Rebolledo, para integrarse al gabinete de Cárdenas como secretario de Educación Pública.

Lázaro Cárdenas era el Presidente de la República.

Ocho años antes, en 1928, Manuel Parra Mata, minero y comerciante que procedía de Pachuca compró la hacienda de Almolonga, de 3,524 hectáreas de extensión, ubicada en el municipio de Naolinco, Veracruz, con la intención de instalar un ingenio y producir, desde luego, caña de azúcar y alcohol. Viudo de Lucía Cruz Fonseca se casó con la hermana de ésta, María.

A Parra le tocó vivir el segundo período como gobernador del terrible Adalberto Tejeda Olivares, azote de la Iglesia católica y de los terratenientes, por lo que ya convertido en uno de estos formó una asociación para defenderse de las guerrillas campesinas que mandaba contra los hacendados el propio gobernador.

El brazo armado de Manuel Parra era un grupo de sicarios llamado “La Mano Negra”, entre los que estaban Carlos Ramírez, de Naolinco; Francisco Salas, Sebastián González y Nicandro Sánchez, de Alto Lucero; Manuel Alonso, de Miahuatlán; Magdaleno Mejía, de Los Frailes; Macario y Pedro Parra, de Soledad de Doblado; El “Negro” Malgano, de la colonia Enríquez; Toribio Díaz, de Cerrillo de Díaz; José Rodríguez, de Blanca Espuma; Félix Osorio, de Tierra Blanca; Miguel Márquez y José Caiceros, De Tepetlán; Gonzalo Lagunes, de Cardel; Pedro Palmeros y Crispín Aguilar, de Actopan; José y Manuel Viveros, de la Sierra de Chiconquiaco; Rodolfo Lozada, de Úrsulo Galván.

Otros más eran Marcial Montano Segura, de Xalapa; de Plan de las Hayas, Rafael Cornejo Armenta, Emilio, Manuel y Miguel Armenta; y del mismo Almolonga, José Acosta, Delfino Montero, Pablo Huesca, Marcos Arreola, Cleto Barradas, Narciso Salas, Toribio López, Ángel Rebolledo, Pedro Herrera, Carlos Espedilla, Ignacio Márquez y Rafael Gómez.

Otros integrantes de La Mano Negra eran Gildardo Alemán Lobillo y Rodolfo Vélez, “El Gitano”. Cuando fueron desarmadas las guerrillas campesinas, al terminar el mandato del gobernador Adalberto Tejeda, los sicarios de Parra asesinaron a más de 2 mil campesinos.

Uno de los socios de Parra Mata era el secretario de Guerra y Marina en el gabinete de Lázaro Cárdenas, el general Pablo Quiroga Escamilla.

El secretario de Guerra y Marina, Pablo Quiroga Escamilla, era socio de Manuel Parra.

Manlio Fabio Altamirano nació en Xalapa el 12 de octubre de 1892 y su carrera de licenciado en Derecho lo enfilaba hacia los puestos directivos que Calles quería para los civiles, ya no para los militares; así que tras haber sido diputado fue el fundador y primer gerente del periódico oficial, El Nacional. Participó también en 1928 en el grupo de fundadores del Partido Nacional Revolucionario, que en 1938 cambió de nombre a Partido de la Revolución Mexicana y terminó como Partido Revolucionario Institucional a partir de 1946. La reforma del artículo 3 de la Constitución Mexicana, que sustituye la “educación laica” por “educación socialista” fue propuesta por Manlio. Cuando éste ganó la elección para gobernador, Miguel Alemán Valdés fue electo senador por el mismo estado de Veracruz.

Pero Manuel Parra, su socio Pablo Quiroga y el grupo de terratenientes alrededor de ellos no querían a Manlio como gobernador, sobre todo a partir de las declaraciones que hizo como candidato: “Cuando sea gobernador voy a expropiar Almolonga”. Así que el mismo Parra ordenó a Rafael Cornejo Armenta, Gildardo Alemán Lobillo, Rodolfo Vélez, “El Gitano” y Marcial Montano Segura, sus más cercanos en La Mano Negra, que lo ejecutaran.

Se trasladaron estos a la Ciudad de México y se dedicaron a acechar a su presa. Probablemente contaban con información que les proporcionaba Pablo Quiroga. El caso es que el 25 de junio de 1936, mientras Manlio Fabio comía en el interior del Café Tacuba con su esposa, con amigos y miembros de su partido, uno de ellos se introdujo sin problema en el lugar y le disparó.

De la misma manera tranquila en que entró, salió el asesino y escapó con sus compinches. La autoridad no hacía nada, no ubicaba a los sicarios, a pesar de que en Veracruz ya se había difundido la noticia de que los autores de la ejecución habían sido los de La Mano Negra.

Los partidarios, poderosos también, del gobernador electo ejecutado protestaron y presionaron de tal manera a las autoridades que tuvieron que detener tanto a Manuel Parra, como a Marcial Montano y los otros tres. Fernando López Arias, Rafael Murillo Vidal, que después fueron también gobernadores de Veracruz y Cándido Aguilar, que ya lo había sido, lograron que se ejerciera acción penal contra los implicados en el crimen.

Pero el gusto no les duró mucho. Los asesinos fueron liberados al poco tiempo.

Pablo Quiroga Escamilla, socio de Manuel Parra, nunca fue procesado por su complicidad en el crimen.

En el colmo del cinismo, Miguel Alemán Valdés, ya como presidente, ayudó a Pablo Montano, hijo de Marcial, uno de los asesinos, para que se integrara a los guardias presidenciales.

Un nieto de Marcial, José Alejandro Montano Guzmán, fue nombrado secretario de Seguridad Pública del estado de Veracruz por el gobernador Miguel Alemán Velasco, hijo del que logró la gubernatura con el asesinato de Manlio.

Y Pablo Montano Guzmán, otro de los nietos, quedó a cargo de la seguridad de la esposa de Alemán Velasco, Christiane Magnani, mejor conocida como actriz con el nombre de Christian Martell.

Otros parientes, hermanos y sobrinos de Marcial Montano Segura, fueron también colocados en el gobierno de Miguel Alemán junior.

El general Cándido Aguilar, ex yerno de Venustiano Carranza y ex gobernador del estado de Veracruz que había apoyado a Manlio Fabio Altamirano, terminó apoyando la candidatura de Miguel Alemán Valdés para gobernador de Veracruz, pero años después, cuando éste último terminaba su período como Presidente de la República, Aguilar se opuso a que Ruiz Cortines lo sucediera y fue encarcelado por Alemán en el penal de Allende, del puerto de Veracruz. Luego lo exiliaron a Cuba y murió el 20 de marzo de 1960.

Marcial Montano, por su parte, siguió en la ruta del crimen, mató a su mujer, Guadalupe Martínez Cabrera (o Guadalupe Segura), frente a la iglesia de San José de Xalapa, huyo a Chiapas y luego regresó a Veracruz con la ayuda de Alemán a seguir cometiendo tropelías. Murió a los 96 años de edad, en 1991, cuando Miguelito hacía campaña para ser senador por Veracruz.

En 1931, Parra Mata fue secuestrado junto con su esposa, Lucía, y Luis Leal. Pagó 10 mil pesos para que los soltaran y a partir de este momento buscó la protección de su amigo, Pablo Quiroga, para lo cual le ofreció cederle la mitad de Almolonga. Los trámites para la cesión comenzaron el 10 de diciembre de 1931 y terminaron en abril de 1943, poco antes de la muerte de Parra. Alejandro Mange, Soto Lara y Heriberto Jara (aunque parezca increíble), eran amigos de Parra y lo visitaban con frecuencia en su hacienda, Jara como Comandante de la 26 Zona Militar de Veracruz, en 1935. Con Maximino y Manuel Ávila Camacho también tenía buena amistad. El general Pablo Quiroga Escamilla fue subsecretario de Guerra y Marina en 1932, bajo la presidencia de Abelardo Rodríguez; luego, impuesto por Plutarco Elías Calles, fue secretario de la Defensa Nacional en el gabinete de Lázaro Cárdenas, pero éste lo destituyó cuando expulsó a los callistas de su gobierno y a Calles del país.

El médico de cabecera de Manuel Parra era el doctor Ernesto Pardo, coronel médico militar, y tras la muerte de Parra se dedicó a atacar en la prensa del puerto al Jefe de Operaciones de la Secretaría de la Defensa en Veracruz, general Alejandro Mange. Éste había sido carrancista, pero fue de los que traicionó a Carranza y firmó el Plan de Agua Prieta que culminó con el asesinato del presidente. El caso es que Mange mandó matar al doctor Pardo. Acabó con él en Actopan, en 1949, le dieron 14 balazos. Mange nació en Hermosillo, Sonora, el primero de julio de 1886, fue jefe de operaciones en diversos estados de la república y en 1938 era Comandante de la 9ª Zona Militar, en Veracruz, con Lázaro Cárdenas como presidente.

Manuel Parra Mata, de pie, al frente de La Mano Negra, saliendo de Almolonga.

Manuel Parra era terrible, decía: “El que no sirva para matar, que sirva pa’ que lo maten”. Su hermano, José, le decía “patrón” y le hablaba de “usted”. Murió de silicosis, una enfermedad de los pulmones provocada por la inhalación prolongada del polvo de silicio que arrastraba desde que era minero en Pachuca. En su lecho de muerte, Parra mandó llamar a Justo F. Fernández, (quien era esposo de Alicia Antonieta Ávila Camacho, la hija mayor de Maximino) y le dijo que lo iba a nombrar su sucesor al frente de La Mano Negra. Una petición de Parra, sobre todo de ese tipo, era como una orden y éste estaba acostumbrado a que se le obedeciera. Justo, entonces, temió por su vida y no pudo decirle que no, pero afortunadamente para éste la silicosis acabó con la vida de Manuel Parra Mata antes de que Justo fuera formalmente ungido con el mando ante los integrantes de La Mano Negra.

Se calcula que La Mano negra perpetró por lo menos 10 mil asesinatos en diez años.

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