Alfonso Diez García

Cronista de Tlapacoyan

alfonso@codigodiez.mx

Historias alrededor del templo

  Las vicisitudes en la construcción de El Cerrito

Hace un par de meses este cronista fue requerido por el patronato de la iglesia de El Cerrito para dar una plática acerca de la historia de este templo. Nos reunimos entonces en el mismo "Cerrito" y la respuesta a lo que podríamos llamar primer intercambio de impresiones fue magnífica. Los miembros del patronato, encabezados por el doctor Cayetano Sánchez estuvieron muy atentos a lo que el que esto escribe relataba acerca del lugar en que nos encontrábamos. Al final hubo preguntas interesantes que recibieron una amplia respuesta. El encuentro duró más de una hora y el compromiso fue que el autor de estas líneas impartiría una conferencia con el tema antes mencionado en el mes de abril, en el mismo templo. Los planes, por problemas de agenda de las autoridades eclesiásticas, cambiaron y la conferencia se pospuso para el mes de septiembre. Pero pinta muy bien. La intención del patronato es invitar al nuevo obispo de Papantla y al presidente de Tlapacoyan, además de otras personalidades, y a todo el que esté interesado, para que nos acompañen en esa fecha.

Se acondicionará la iglesia para que la misma sirva para el objetivo planeado, de tal manera que, por primera ocasión, el templo cumplirá una función diferente a la que tiene asignada. Se convertirá en un auditorio en el que se impartirá una conferencia (llamémosle plática) acerca de la historia del mismo. Será la primera de una serie de pláticas que tendrá su comienzo en El Cerrito para seguir en la Parroquia de la Asunción, el Colegio San Juan Bosco y en los lugares que se determinen posteriormente. Luce todo muy prometedor porque con seguridad aquellos interesados en la cultura, en la historia de los recintos mencionados, se acercarán a lugares de los que tal vez permanecían alejados.

 

Misterios y secretos

Apenas tres años después de haber dado comienzo el último cuarto del siglo XIX, se emprendió la construcción de una capilla en lo que ahora es El Cerrito, en 1878. No existía, evidentemente, el templo, tal como lo conocemos ahora. El alcalde era Clemente González y solamente duró un año en el encargo. Al año siguiente, 1879, tomó posesión Luis Escobar Toledano. La primera vez que Escobar estuvo al frente del ayuntamiento fue en 1875 y ejerció la misma función 11 veces en total. La segunda, como se mencionó líneas arriba, fue en 1879, cuando las obras de la iglesia ya llevaban un año de haberse iniciado; la última en 1905, sustituyendo a Miguel Moya y se mantuvo en el poder hasta 1907. Diez años después falleció en Tlapacoyan, el 18 de diciembre de 1917, a los 75 años de edad. Había nacido en Teziutlán, el 21 de junio de 1842. En el mismo año en que Luis Escobar falleció comenzó la etapa de los presidentes municipales electos por el pueblo. Su esposa era Carmen Cardeña y la tradición oral señala que una supuesta tía de Escobar, Carmen Arriaga, fue de las que contribuyó con más fondos para la construcción de la capilla mencionada en el párrafo anterior.

Trece años antes, en 1865, concluyó, el 22 de noviembre, la que conocemos como Batalla de Tlapacoyan, en la que perdieron la vida soldados enviados por la federación para la defensa de esta población contra los austriacos que formaban parte de las tropas que mantenían en el poder al segundo emperador de México, Maximiliano de Habsburgo. Los soldados cumplían con el deber que les imponía haberse enrolado en el ejército federal, pero a estos los acompañó un contingente importante de voluntarios de la población civil de Tlapacoyan que también fueron sacrificados. Los soldados ni siquiera conocían el suelo que estaban defendiendo; los voluntarios tenían esposas, hijas, hermanas por las que temían y no vacilaron en ofrendar su vida para protegerlas. Desafortunadamente, sólo lograron contener a los invasores por unos meses y al final, soldados y voluntarios de Tlapacoyan fueron derrotados.

Miguel Ángel Bello Pérez, Cronista de Hueytamalco, afirma que su mamá, Teresa Pérez Arriaga, era sobrina de Pascual Arriaga, asistente personal del entonces coronel Manuel Alberto Ferrer, sacrificados ambos en 1865 y como la construcción de la capilla multimencionada en lo que ahora es la iglesia de El Cerrito empezó 13 años después, cabe la pregunta de si Carmen Arriaga, una de las benefactoras de la iglesia en esa época, sería también pariente de Pascual, de quien, por cierto, se conserva su apellido en una de las calles de Tlapacoyan; por lo que a la mamá de Bello Pérez se refiere, no pudo ser sobrina de Pascual, quien murió en 1865. Miguel Ángel tiene 80 años de edad; es decir, nació en 1933; su mamá nació, en consecuencia, en los albores del siglo veinte, 35 años o más después de la muerte de Pascual. No pudo ser su sobrina, pero tal vez su sobrina nieta sí.

Construcción de El Cerrito en 1940

La capilla en cuestión era de construcción rústica, con techos de teja, paredes de piedra, lo mismo que los asientos que rodeaban en el interior la misma, y piso de tierra; probablemente ocupaba la cuarta parte del espacio que hoy ocupa solamente el templo, deducción a la que se llega partiendo del hecho de que para construir la nueva iglesia se tuvo que rellenar la parte posterior de la capilla, para que ahí se pudieran edificar el presbiterio, la sacristía, la cúpula y el altar donde se colocaría la imagen de la Virgen María. Esta imagen, por cierto, fue trazada en lienzo en 1944 por un pintor jalisciense de apellido Grave, originario de Guadalajara, y adquirida por Virginia Cano Libreros, viuda de Carlos Diez Bello, quien la donó al padre  Ramos en 1946, en ocasión del bautizo de su primer nieto. Cuenta Raúl Cabañas Diez que la imagen fue recibida por gran cantidad de fieles que la esperaron en "El Oro Verde" y de ahí trasladada al templo que en la actualidad la acoge. Raúl, quien nació en 1933, tenía entonces 12 ó 13 años de edad y estaba presente entre aquellos que recibieron el lienzo. Cabe aclarar que hubo antes otra imagen de la virgen que fue quemada durante la persecución religiosa, lo mismo que las que se encontraban en la parroquia de la Asunción. Virginia Cano era propietaria de la hacienda El Jobo y ahí, en la llamada Capilla de San Joaquín, tenía una docena de imágenes que había adquirido su suegra, Herlinda Bello Mangas, viuda de Juan B. Diez y poco después de que fueran quemadas las imágenes de la Asunción, Virginita (como le decían) donó las suyas para que fueran colocadas en lugar de las quemadas. La decisión la tomó por dos razones: 1.- Resarcir a la iglesia principal de Tlapacoyan de lo que había perdido y 2.- Temerosa de que aquellos que incendiaron la Asunción se fueran contra la capilla de San Joaquín, en El Jobo, e hicieran lo mismo con las imágenes ahí contenidas, prefirió protegerlas de esta manera.

Así que, en 1939, siete años antes de que la imagen que permanece en El Cerrito fuera entregada al padre Francisco Ramos Rodríguez, comenzó éste con la construcción del santuario dedicado a la Virgen Santa María de Guadalupe, ubicado en una parte alta de Tlapacoyan, al norte de la ciudad, sobre la calle Hidalgo. Cabe aquí hacer una aclaración importante: A la virgen, muchos le llaman Lupita, o Guadalupe, cuando su nombre es María, pero el origen de la imagen viene de la que está en el templo dedicado a Guadalupe, en Extremadura, España, por eso se dice que se trata de la Virgen María "de Guadalupe". Es también el caso de la canción que se entona el 12 de diciembre, La guadalupana, que en una parte dice así: "La guadalupana, la guadalupana, la guadalupana llegó al Tepeyac" y efectivamente, guadalupana es un gentilicio que significa originaria de Guadalupe. Así que el cardenal Norberto Rivera y los integrantes de la iglesia católica no se equivocan cuando a la Virgen María le llaman "de Guadalupe".

La Parroquia de la Asunción cuando no se le había construido la segunda torre

La Parroquia

La construcción de la iglesia de El Cerrito fue dirigida por los maestros albañiles Mucio y José Libreros y ésta se detuvo entre 1942 y 1944, para que en ese lapso los ingresos que obtenía el padre Ramos fueran concentrados en la construcción de la segunda torre de la parroquia de la Asunción. Recordemos, como este cronista ha asentado ya en crónica anterior, que el predio en que se construyó esa segunda torre era ocupado por la casita en que vivía Virginia Cano de Diez con sus hijos y su esposo; era la única casa localizada en la misma Plaza de Armas, o parque central de Tlapacoyan y fue donada a la iglesia cuando Virginita se mudó a la casa de Ferrer (actual número 203, donde hasta hace poco estaba el Museo Tlapacoyense), para que ahí se hiciera la torre ya mencionada que, como asentamos líneas arriba, fue terminada en 1944. El 12 de diciembre de 1956 se terminó la construcción de la iglesia de El Cerrito y para bendecirla se llevo al cabo una misa en la que participaron un obispo y dos presbíteros de manera conjunta: el primero fue el Obispo de Papantla, Luis Cabrera y Cruz y los dos últimos el padre Francisco Ramos Rodríguez y el padre Elías Núñez Fuentes. Como un homenaje al paso del padre Elías por la parroquia de la Asunción, su cuerpo fue depositado en este templo, en el piso a la derecha del altar. La erección del santuario se llevó 17 años, menos una interrupción de dos años, requirió de 15 años de trabajo efectivo de construcción. Fueron muchos los que colaboraron para que la obra llegara a su fin, llevaban arena y la entregaban a los que estaban al frente, o donaban desde dinero en efectivo hasta materiales en especie. Hubo piedras en el camino, accidentes, desmayos, recesos, pero la misión fue cumplida. Se puede ser católico o no. Se puede creer o no en la existencia de Dios, pero tanto en México como en el mundo la erección de templos y la creación de imágenes religiosas sigue siendo una parte importante de la historia de nuestros pueblos. Hay, entre éstas, verdaderas obras de arte. La labor, finalmente, de personas consecuentes con sus ideas, que logran su objetivo tras muchas vicisitudes, es, sin lugar a dudas, admirable.

Ver todos