Cronista de Tlapacoyan

Alfonso Diez

alfonso@codigodiez.mx

Siete años en el vientre materno

 

Corro todos los días de 5 a 6 kilómetros junto a un río, en andadores especiales para los que tenemos esta costumbre. Una señora cuya edad ronda los 50 se aparece de repente y su complexión “tan robusta”, su cara, su manera de caminar me sorprendieron en un primer instante, porque es idéntica a otra que conocí hace años: Medía 1.60 metros de estatura, aproximadamente; andaba por los 40 años de edad, pero llamaba la atención porque era una mujer sumamente obesa. Sin exagerar, tenía fácilmente 90 pulgadas de cintura.

Era la esposa del encargado de Telégrafos de la ciudad de Tlapacoyan, Veracruz; su hijo, El Chino, era amigo mío y en los años 50 ya nadie se sorprendía al verla pasar. Era parte del paisaje del parque central de la ciudad. A un lado, sobre la calle Hidalgo, estaba la oficina en la que trabajaba su marido.

Lo insólito vino después, al final de la década mencionada. Me comentó primero un amigo y luego me lo corroboró alguien de la familia: Un día, la señora se empezó a quejar de fuertes dolores de vientre y la llevaron al doctor. Éste la analizó y decidió operar. Le abrió la matriz y sacó lo que técnicamente podríamos llamar un feto, pero que en realidad era un niño, muerto, con dientes, uñas largas y cabello crecido.

Las versiones difieren: unos dicen que era un niño de 6 ó 7 años de edad, otros que no tenía más de 2 y que quién sabe cuántos llevaba muerto en el útero, pero todos coinciden: tenía dientes, uñas y cabello largos.

Eso, dicen, explicaba lo que todos creían que era gordura; la realidad es que estaba embarazada. ¿Cuántos años estuvo ese ser desarrollándose en su interior? ¿Cómo logró sobrevivir? ¿Cuánto tiempo ha logrado un feto permanecer con vida en el interior de una matriz?

La ciencia, las estadísticas, nos tienen respuestas que veremos más adelante en esta crónica.

Por lo que a mi testimonio personal se refiere, puedo afirmar que durante el tiempo que la conocí siempre estuvo igual de obesa, tal vez 10 años. No recuerdo si la volví a ver después de la operación en la que le sacaron al niño, aunque me parece que sí y que estaba delgada, y de ahí que surgieron los comentarios sobre lo que le había sucedido.

Cuando el feto permanece en el vientre materno más de 42 semanas se le llama posmaduro, porque nace después del término de gestación y presenta alguno o varios de estos problemas:

1.- Tiene bajos niveles de azúcar en la sangre.

2.- Tiene dificultades para regular la temperatura corporal.

3.- Problemas respiratorios.

4.- Falta de nutrientes, porque la placenta perdió la habilidad para alimentarlo.

5.- Pierde peso.

6.- Piel seca y arrugada.

7.- La falta de oxigeno le puede perjudicar los riñones.

8.- Cada vez orina menos, por lo que produce menos líquido amniótico y se comprime el cordón umbilical, lo que le quita oxígeno.

9.- Empieza a inhalar meconio, que es un elemento espeso, pegajoso, de color verde que se acumula en los intestinos.

10.- Si el meconio alcanza niveles altos, se pueden obstruir los pulmones.

11.- Uñas largas en pies y manos.

12.- Cabello largo y abundante.

Partiendo de todo lo anterior, la conclusión lógica es que después de las 42 semanas de gestación y conforme pasan más días el feto tiene menos posibilidades de sobrevivir.

Pero, aquí viene la sorpresa, se sabe de fetos que han permanecido muertos en el útero por espacio de muchos años. En la historia de la Real Academia de Ciencias de París tratan el caso de una señora que tuvo en el útero un feto durante 31 años.

Se menciona a otra que al morir se le realizó la autopsia y se le encontró el esqueleto del feto con dos dientes, lo que significa que éste se siguió desarrollando durante varios años, murió y permaneció ahí algunos más, al grado de que lo que encontraron fue sólo el esqueleto, huesos sin piel.

Uno de los Tratados de Embriología que consulté refiere casos parecidos de autores respetables, otros que en realidad parecen fábulas y otros más tan extraños que no deben olvidarse.

Sobre este tema salen a relucir muchas dudas. Una de ellas:

¿Cómo es posible que una mujer viva durante años con un cuerpo muerto en su vientre sin presentar problemas graves y sin darse cuenta de lo que sucede?

La ciencia nos debe explicaciones, pero me parece que en los casos mencionados se da una simbiosis tal entre madre e hijo que éste vive en su interior asimilando de alguna manera la vida de su progenitora, como si fuera un órgano más.

¿Se forman otras conexiones internas?

La vida del ser humano tiene seguramente muchas cosas que contarnos que permanecen escondidas.

Basta recordar que hay individuos que tienen aparatos sexuales tanto masculino como femenino. Son los llamados hermafroditas y de estos casos diversas instituciones tienen muchos registros.

La oficina de Telégrafos ya no está en ese local de la calle Hidalgo. El telegrafista, su esposa y su hijo fallecieron, pero con frecuencia camino por el parque (la plaza de armas de Tlapacoyan) y siempre hay alguna ocasión en que recuerdo los acontecimientos que ahora relato y me hago preguntas que a la fecha no han sido respondidas. A unos metros del lugar está la iglesia. Por lo demás, mucho ha cambiado, pero la esencia es la misma.

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