Cronista de Tlapacoyan

Alfonso Diez García

alfonso@codigodiez.mx

Tlapacoyan, José Luis Cuevas y Rosa Luz Alegría

José Luis Cuevas y yo nos reuníamos cada semana a comer en su casa, y en ocasiones nos veíamos varias veces en esos mismos siete días en diversos eventos a los que éramos invitados. Publicábamos en la revista en que yo trabajaba una sección que se llamaba "Confidencias de José Luis Cuevas, por Alfonso Diez". Fueron más de cien que algún día verán la luz en forma de libro y tal vez antes en Código Diez (codigodiez.mx).

De esta manera y durante años, me reuní a comer y/o simplemente a departir con todas las personalidades que conforman el mundo de "los intelectuales", así como del medio artístico y político, del Presidente de la República para abajo. Fue entonces que tuve la suerte de comenzar amistades que a la fecha perduran con escritores que aún viven, como Gabriel García Márquez y con otros ya fallecidos, como Carlos Fuentes. En casa de José Luis conocí al expresidente Luis Echeverría Álvarez, con quien parecía que iba a darse un trato que iba a durar muchos años, tras el señalamiento que me hizo frente a los que ese día departíamos: "Alfonso, eres el mejor periodista que he conocido y te voy a conceder una gran entrevista". Algunos pormenores de lo que sucedió ese día y después, con Echeverría, los he relatado en Código Diez.

El caso es que Rosa Luz Alegría, a quien veía con cierta frecuencia cuando ya había dejado la Secretaría de Turismo, me pidió que la llevara con José Luis. Ella nos leía cada semana y quería trabar amistad con él y participar en alguna de "nuestras Confidencias". La mayor parte de las veces en que me reuní con Rosa Luz lo hice en su casa de la calle Juárez, a unas cuadras de San Jerónimo. José Luis vivía entonces en la calle de Galeana, en San Ángel y muy cerca del Restaurant San Ángel Inn, así que los invité a comer en ese lugar.

Durante la comida abordamos varios temas. A ambos los había invitado a conocer Tlapacoyan y ese día toqué aspectos de esta mi población que los mantuvieron atentos durante las tres horas que estuvimos en el restaurant. Tan fue así que al terminar la comida José Luis nos invitó a seguir la conversación en su casa. Rosa Luz había hablado de ir a la suya, pero estaba más lejos, así que nos trasladamos a la casa de Cuevas.

Bertha, la esposa de José Luis, permaneció con nosotros en el estudio sólo un poco más del tiempo que duran los saludos y luego se fue y nos envió unas botanas, quesos, jamones y algo de tomar.

El tema que tanto interesó a Rosa Luz y a José Luis podemos dividirlo en dos porque cuando nos despedimos ese día hicimos el compromiso formal de ir a Tlapacoyan juntos los tres y Cuevas me prometió hacer un dibujo específico una vez en Tlapacoyan, mientras que Rosa Luz quería conocer un sitio en particular.

Mi plática, durante nuestra comida y después en el estudio de José Luis, comenzó hablándoles acerca de los grandes personajes que han vivido, pasado por, o de alguna manera tenido algo importante que ver con Tlapacoyan. En esos días se conmemoraba un aniversario más de la Batalla del 5 de Mayo de 1862 en Puebla y les hice notar que aunque las fuerzas bajo el mando de Ignacio Zaragoza derrotaron a las invasoras el 5 de mayo, fueron a su vez derrotadas en el mismo lugar por los franceses un año después. De esa plática se desprendieron nombres como el de Maximiliano, Rafael Martínez de la Torre, Manuel A. Ferrer, los Ávila Camacho y...

El libro que recién publiqué, por cierto, "La vida secreta de Guadalupe Victoria", todavía ni siquiera se gestaba.

Pero, para no darle vueltas al tema central y hacerlo breve y conciso, trataré de hacer un resumen de lo que dije en esa plática y concretamente de qué fue lo que tanto interesó a Cuevas, por una parte y a Rosa Luz, por otra:

El emperador Maximiliano fue fusilado en el Cerro de las Campanas, en Querétaro, el 19 de junio de 1867 y su abogado defensor (uno de ellos) era el licenciado Rafael Martínez de la Torre, quien 10 años antes había comprado la hacienda El Jobo, que fuera del primer presidente de México, Guadalupe Victoria, ubicada en Tlapacoyan, Veracruz, al apoderado y supuesto hijo de este último, Francisco de Paula López Romero.

En 1865, austriacos y franceses ya preparaban la salida de México rumbo a Europa y casi la tercera parte de sus integrantes habían dejado ya el país. Pensaban salir por Veracruz y para el efecto el 2 de agosto de este año un numeroso contingente cruzó por Tlapacoyan y se instaló en El Jobo. Seguramente no había relación entre el hecho de que Martínez de la Torre fuera el dueño de El Jobo y la llegada de los invasores a ese lugar, preparando su salida del territorio mexicano. Era frecuente, en la hacienda, que llegaran militares de diversos bandos tanto entonces como durante la revolución de 1910.

El 6 de agosto de 1865 se cruzaron los primeros disparos entre invasores y fuerzas de la República en Texcal, un lugar ubicado en lo alto y desde el que se domina Tlapacoyan. Al día siguiente llegó a esta entonces villa el general Ignacio Alatorre Riva, quien estaba al mando de las fuerzas republicanas. Tras 8 cruentos combates, los mexicanos fueron derrotados. El 22 de noviembre de 1865 nació un héroe, el coronel Manuel Alberto Ferrer y Corzo, que recibió un balazo en la frente en el ahora conocido como Sitio de Texcal. Alatorre no estaba junto a él por diversas circunstancias. Sólo once, de los 120 valientes que defendían Texcal, sobrevivieron al ataque. El resultado, tras tres meses y medio de combates, fue de 286 mexicanos muertos, 82 heridos y 202 prisioneros; entre los austriacos hubo 86 muertos y 29 heridos.

A Ferrer, los austriacos le rindieron honores cuando lo sepultaron. Alatorre por su parte, derrotó a las fuerzas invasoras en Xalapa, al siguiente año y luego participó, junto a Porfirio Díaz, en la derrota de éstas en Puebla, el 2 de abril de 1867. Fue gobernador de Veracruz (22jun-30nov1867), de Puebla (6mar-jul1872) y de Yucatán (24mar-17may1873). Murió en Tampico el 14 de febrero de 1899.

Tras la Batalla de Tlapacoyan, el Gobierno del Estado de Veracruz otorgó a la villa de Tlapacoyan la categoría de "Heroica", el 27 de febrero de 1869.

Cinco meses después del fusilamiento de Maximiliano, su cadáver, momificado y con ojos de vidrio, fue embarcado en el puerto de Veracruz hacia Europa, en la fragata francesa La Novara, el 28 de noviembre de 1867. Cuando su madre, la archiduquesa Sofía de Austria, vio el cadáver tan deteriorado y transformado, exclamó: "Éste no es mi hijo".

Volviendo a Tlapacoyan y a El Jobo, Rafael Martínez de la Torre, quien había nacido en Teziutlán en abril de 1828, falleció en la Ciudad de México el 25 de noviembre de 1876 y dos años después sus hijos vendieron El Jobo a Juan B. Diez (28dic-1878).

Muchos sucesos se desencadenaron como en cascada: El 23 de agosto de 1891 nació Maximino Ávila Camacho en Teziutlán y al año siguiente murió Juan B. Diez en esta misma ciudad, ubicada a 30 kilómetros de Tlapacoyan; el 24 de abril de 1896 nació Manuel Ávila Camacho en Teziutlán, aunque años después declaró en Martínez de la Torre que él nació ahí en realidad y también, con el tiempo, los Ávila Camacho adquirirían porciones de la gran hacienda que fue conocida como El Jobo, aunque esa gran extensión que abarcaba desde Tlapacoyan hasta Nautla y a Gutiérrez Zamora, fue la exhacienda de Larios y Malpica. El casco de la misma estaba en El Jobo y de ahí, por extensión, a toda la propiedad se le llamó así.

La historia de Ferrer, Alatorre, Martínez de la Torre, Juan B. Diez y los Ávila Camacho quedó entrelazada gracias a Tlapacoyan y a El Jobo.

Manuel A. Ferrer es el nombre de la calle más larga del ramal interior de Tlapacoyan y en la parte suroeste de ésta, en el lugar donde se libró la batalla del 22 de noviembre de 1865, en Texcal, se encuentra un museo en el que se alza el monumento a la figura del héroe. Unos metros abajo está un campo de fútbol conocido como "Héroes de Tlapacoyan" y se ubica en el que fuera conocido como "El Arenal", otro de los sitios emblemáticos de la Batalla de Tlapacoyan.

Rafael Martínez de la Torre, por su parte, tiene un homenaje permanente en el nombre de dos ciudades. Martínez de la Torre, a 20 kilómetros de Tlapacoyan rumbo a la costa, que fue llamada así oficialmente a partir del 27 de octubre de 1882 debido a que los terrenos en que fue fundada los donó el personaje que nos ocupa; y San Rafael, localizada 30 kilómetros después en el mismo rumbo y que tiene tal nombre por las mismas razones que la anterior.

Ferrer, además de los homenajes diversos en Tlapacoyan, tiene su nombre como parte de otro municipio veracruzano, Juchique de Ferrer, cercano a Nautla y a Vega de Alatorre, que a su vez tomó el apellido del general Ignacio Alatorre Riva.

Volvamos ahora con Rosa Luz y con Cuevas. José Luis quería conocer más de Tlapacoyan, de El Jobo y de los personajes que mencioné en mi plática, quería dibujarlos. Jugábamos con las fechas: él nació quince días después de que Antonieta Rivas Mercado se suicidara en la iglesia de Notre Dame, en París, el 11 de febrero. Yo nací el 11 de febrero, pero quince años después. Uno de los personajes que Cuevas admira es José Vasconcelos, compañero sentimental de Antonieta, y éste fue el tema principal de varias de "nuestras Confidencias", que publiqué en su momento y digitalizaré para Código Diez. Yo admiro a Antonieta. Hace unos días fue hospitalizado mi amigo el artista y le llamé por teléfono cuando supe que se recuperaba, me contestó Beatriz del Carmen, su esposa, pero no me lo pasó, me dijo que estaba siempre adormilado; sus hijas, Mariana, Ximena y María José, a quienes les tengo mucho cariño porque departí con ellas en su hogar durante años, al igual que con su mamá, se quejan de que Beatriz tampoco las quiere comunicar con su padre. Alberto, hermano de José Luis, quien fue uno de mis maestros de Psicoanálisis y años después colaborador en el semanario Revelación, que dirigí, se queja de lo mismo. Han entablado una demanda para poder ver a Cuevas. La última vez que yo lo vi fue en una comida a la que lo invité, en un restaurant de la avenida Insurgentes a la que llegó con una gran amiga común que falleció al poco tiempo.

Por lo que a Rosa Luz se refiere y al tema que le interesó tanto como para querer ir conmigo y con José Luis a Tlapacoyan, tendré que dejarlo para la siguiente Crónica de Tlapacoyan. El espacio se agota y ese tema es tan misterioso que vale la pena la espera. Puedo adelantar que cuando la reunión con Cuevas y Rosa Luz casi terminaba les pedí que reflexionaran de esta manera: "Imagínense que estamos parados frente al Palacio Municipal, en la esquina de Cuauhtémoc y Héroes (antes Alatorre), en el parque, y que caminamos dando la vuelta alrededor de éste; en la contra esquina, dentro del mismo parque, frente a la confluencia de las calles de Hidalgo y San Francisco, hay una iglesia que encierra secretos que ahí les podré revelar".

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