El otro rostro de José Luis Cuevas

* Alberto Cuevas Novelo *

 

* Mi pintura para la historia… mi fe para la eternidad

* Su arrogancia sincera, adorno de su genialidad

* Cinéfilo indiscutible

 

El otro día conocí a José Luis Cuevas en persona, me lo presentó mi madre. Yo no se si es pintor, pero se me hace raro que lo fuera, ya que sólo contaba con tres días de nacido. A mi madre que yacía en una cama del sanatorio del doctor Quiroz Rodiles, le sirvieron un dulce de tuna, que devoré. Yo contaba con cuatro años de edad y estaba feliz de tener mi primer hermano varón. Cuando fuera más grande yo lo enseñaría a boxear y a dibujar, aunque entonces ignorara tales artes.

José Luis nació el 26 de febrero de 1931, adelantándose tres días a los cálculos del obstetra, ya que debería haber venido al mundo el 29 del mismo mes, con lo cual sólo cumpliría años en los bisiestos y además su santo patrono sería Dositeo, que en griego significa "don de Dios", que para los creyentes ese es el genio y José Luis lo tiene a raudales.

Al hermanito recién nacido le pusimos "El Nene" (¡qué originales!) y por su constitución y la singularidad familiar más tarde lo nombrábamos con el sobrenombre de "El Gordito" y más tarde "El Güi”.  Era un hermoso niño de grandes ojos, nariz chata y con el tiempo se tornó cacarizo, con dos señales imborrables en el entrecejo causadas por la varicela. Por razones que ignoro, cuando sufrimos esta enfermedad y por recomendaciones del doctor Escontria, nuestro pediatra, por cierto le faltaba un dedo, colocaron sobre el vidrio de las ventanas papel rojo lo que daba un aspecto fantasmagórico que climatizaba el ambiente cargado de leyendas de espantos y aparecidos con el que la sirvienta modesta (esposa del Gordo Miguel) adornaba la lúgubre casa del Callejón del Triunfo (número 37) y cuyo número telefónico era el J-49-36.

Como "El "Güi” era muy simpático y hacía muchas imitaciones. A los dos años con chistera y bombín cantaba durante un carnaval en Mérida un trozo de zarzuela que decía: "Caballero de gracia me llaman y es que casi siempre soy así…", mientras fingía fumar un cigarrillo para el asma de nuestra tía Charo.

Además de simpático José Luis se ganó el cariño de familiares y extraños por su natural sencillez y generosidad. Fue padrino de bodas de nuestra tía Rebe, como también  de bautizo de mi ex esposa Isabel y de la toma de hábito de nuestra hermana Lupita, que tras del acto pasó a llamarse "Sor Guadalupe Rosa de la Eucaristía" y enclaustrarse contra la voluntad de toda la familia (que nunca comprendió nuestras respectivas vocaciones) en el "Instituto de Capuchinas Eucarísticas", de la que llegaría a ser superiora.

Con el tiempo el número de amigos de José Luis se empobreció en calidad afectiva, mientras crecía en cantidad y posición social. Cierto año, como lo confesó en un Cuevario: "…Eulalio (Ferrer) y yo para reunir a tantos amigos como tenemos tendríamos que disponer del Castillo de Chapultepec…" "…Rafa (Rafael Anguiano) y Bertha participan en la organización. Se habla de vinos y menús… Tendremos que poner en un ánfora papelitos con los apelativos de mil personas para sacar al azar únicamente cien. Así nos quedaremos sin dolo de que queden eliminados amigos que nos son muy queridos. Culpa es del azar y no de nuestros afectos". ¡Que estragos hace la fama en el espíritu humano! Cuando de niños acudíamos  a los ejercicios espirituales que impartía "Monseñor" (que se parecía al cura Hidalgo) en la parroquia de la Divina Providencia en la colonia Roma, el bondadoso sacerdote comenzaba a modo de introducción diciendo: "De que sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma". Ojalá José Luis logre rescatarla.

Con el pasar de los años yo me convertí para José Luis en "un clase media ignorante que no sabe hablar de otra cosa que de medicina". Estas palabras recurrentemente repetidas me hicieron recordar otras pronunciadas por Truman Capote: "Sólo he podido hablar con tres personas en mi vida, con las demás sólo han existido monólogos alternados". A mi me ha sucedido cosa similar, una de esas tres personas es José Luis. Con el hablaba de nuestras observaciones sobre tipos humanos, compartíamos imitaciones y expresiones familiares y hasta de su obsesión por el SIDA. Poco a poco se fue instalando una barrera de silencio entre ambos. Cuando voy a su casa me siento un intruso, él por lo general se levanta de la mesa cuando llegó.

La arrogancia de José Luis siempre ha sido sincera y en cierto modo un adorno de su genialidad. En una ocasión durante una comida que el padre Felipe Pardinas organizó con el deliberado fin de enfrentar a Cuevas con Tamayo, cuando de una manera sarcástica don Rufino le preguntó a Cuevas que era para él, el arte, éste le contestó con completa convicción: Arte es lo que usted hizo y yo hago. El muralista calló durante toda la cena. La misma sinceridad está contenida en la calificación de cero con que José Luis premió la obra de Dalí.

Sus conocimientos en materia de cine son increíbles. En una ocasión mientras viajaban de México a Nueva York José Luis y Carlos Fuentes se pusieron a platicar de cine hasta caer en la "trivia". José Luis le respondió correctamente a Fuentes, quien era el actor que en el film "Han matado a Tongolele", de pronto se asomó y dijo  Seki Sano. En otra ocasión en la que entre otros participaba Carlos Monsivais, se hablaba de "rebeldes sin causa". Por supuesto dijo Carlos, todo mundo sabe que fue dirigida por Nicholas Ray y que los papeles estelares estuvieron a cargo de James Dean y de Natalie Wood. Bien ,¿que otros actores participaron? José Luis pausadamente respondió: Por supuesto que  Sal Mineo, Jim Backus, Ann Doran… Hasta llegar a los extras. Pero ahora dime Carlos ¿Quién fue el director artístico y de quién la música? Monsivais, que fue "niño catedrático" y un gran conocedor de cine la respondió presto: "El director artístico es Malcolm Bert y la música, todo mundo lo sabe, es de Leonard Roseman", pero José Luis, a que no me dices cuánto dura la película. José Luis ya se esperaba ese tipo de preguntas. Sin inmutarse respondió: "Esta estupenda película de la Warner Brothers (que a mi no me gustó), dura exactamente en proyección 111 minutos". desde entonces todos los críticos de cine consultan a José Luis Cuevas antes de escribir sus notas periodísticas.

Hay algo que a pesar de mi incultura y de no entender nada de pintura nos vincula a José Luis y a mí hoy en día, es nuestra preocupación por lo trascendente. La búsqueda de Dios para José Luis, quizá sea más importante que su pintura misma. Su pintura es para la historia, mientras que su fe lo es para la eternidad. En ocasiones su fe se expresa de modo grotesco o genial cómo se prefiera, como cuando ante las expresiones plásticas del pintor centroamericano que representó a la Virgen de Guadalupe con rostro de Marilyn Monroe y a Cristo con el rostro de Pedro Infante, me dijo indignado: ¡que a Cristo lo representen como les dé la gana, me importa un comino, pues no es más que un extranjero!, pero que no se metan con la Virgen de Guadalupe, que es mexicana… Esta respuesta es a la teología, lo que muchas escenas de Juan Orol lo son a la cinematografía. En su original blasfemia afirma empero, su fe.

"Hay blasfemia que se calla o se trueca en oración; hay otra que escupe al cielo, y es la que perdona Dios". (Saeta de Abel Martín).

El ansia religiosa de Cuevas queda claramente expresada en un Cuevario del 22 de enero de 1989. "Siempre he sido insomne, pero más durante las últimas noches de este enero de 1989. Me despierto a las 3 de la mañana después de dos horas de sueño intranquilo y me quedo en la cama; en la oscuridad, con los ojos muy abiertos, pensando en Dios". Después vienen sus internas contradicciones: "Desde hace tiempo había dejado de creer en él. La fe la perdí el año en que murió mi madre. Desde entonces no volvió a intranquilizarme la posible existencia de Dios, aunque todavía por reflejo condicionado me persigno cuando subo a un avión o cuando comienzo un cuadro. Prefiero calificar de reflejo condicionado un gesto religioso, que como toda liturgia es un acto corporal". "Confieso que posiblemente se inicia en mí un proceso de recuperar mis devociones de infancia" -su fe convertida en nostalgia- "Hoy incluso tuve necesidad de rezar y lo hice". Después relata que durante una entrevista que le hiciera Cristina Pacheco al tratar el tema de la fe le respondió: "Hablar de esto es tan difícil que ni los teólogos han sabido explicar lo que es la fe. A Dios lo sientes o no. Ahora pienso que la soledad y la angustia nos llevan a inventarlo". Esto nos remite a la frase de Unamuno: "La fe no es creer lo que no se vio, sino en crear lo que no se ve". Termina afirmando categóricamente y como una conclusión a lo anteriormente dicho: "Dios no existe. Es tan sólo un invento de los desolados, de los neuróticos, de los insatisfechos. Dios es la búsqueda de la solución a nuestros problemas" —debería de haber dicho: la creencia en Dios es la búsqueda— prosigue: "es un error al que nos acercamos como algunos se aproximan a ciertas doctrinas políticas, el comunismo por ejemplo". Estamos de acuerdo: dejar de ser católico para ser ateo es un acto de conversión religiosa. Como religiosa es la actitud asumida por el científico frente a la naturaleza.

La religión en su más amplia acepción es la afirmación de la existencia de poderes sobrenaturales -personales o impersonales- en el pensamiento, la conducta y los deseos del hombre. La idea de Dios no surge ante lo desconocido sino ante lo mas conocido: El sol. El sol como fuente dadora de vida fue para egipcios y sumerios: Dios. Osiris es por ejemplo el Dios de la eterna renovación. En épocas prehispánicas el mexicano había oído decir que había venido al mundo a dar su corazón y su sangre a "nuestra madre y a nuestro padre": la tierra y el sol (intonan intota tlaltecuhtli tonatiah). Para los aztecas, el sol es un Dios que se ha sacrificado que ha querido morir para renacer eternamente —es curiosa la semejanza con el sacrificio y resurrección de Cristo. Los aztecas se autonombraban "El Pueblo del Sol". La descripción del Sol como un cuerpo celeste se la debemos a Anaxágoras (siglo V A.C.).

Cuando José Luis insomne, persigue la idea de Dios o se deja perseguir por la misma, se refiere a Cristo -el Dios Sol que inunda de luz el mundo: el amor. Para el cristianismo el amor es como un "magma" unificador, vinculador, agrupativo. "Todos tenían un corazón y una sola alma" (Hechos 4,32). El amor, no el sol, ni su luz es lo que distingue al cristianismo de otros ritos. "En  esto conocerán que son mis discípulos: si os amáis los unos a los otros". El cristiano descubre la esencia de su religiosidad no al trepar a un avión sino en el diálogo amoroso con el semejante. Este es aquel personaje de Unamuno que siente, llora, ríe… y sobre todo muere. El cristiano piensa en compartir con "el otro", su vida, su muerte… y su resurrección. José Luis sabe que los cristianos no se aman entre sí. Como yo, le teme a la muerte. Como yo, como tú, como todos, busca un lugar para apalancarse en la eternidad. Vayan estas palabras a modo de evocación de un cumpleaños, el mío, en que tuve un hermano.

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