Personajes

Alfonso Diez

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Agonía y Éxtasis de Steve Jobs

* Quién es el verdadero villano

Se presenta, en el Teatro del Hotel NH, en la "Zona Rosa" de la Ciudad de México, la obra "Agonía y Éxtasis de Steve Jobs", cuyo autor es Mike Daisey. Se trata de un monólogo que dura exactamente una hora y treinta minutos, dirigido por Claudia Romero y con Alfonso Dosal como único actor.

La obra gira, como se deduce del nombre, alrededor del creador de la compañía Apple, fabricante de las computadoras Macintosh, que murió el 5 de octubre de 2011, a los 56 años de edad, víctima del cáncer. La primera mitad de la misma transcurre de manera un poco tediosa, y se compone en la segunda. No hay intermedio.

Dosal utiliza una vestimenta parecida a la de Jobs, y lleva el pelo casi a rape, como éste, pero no lo encarna; representa más bien al autor del monólogo, aunque, a pesar de que éste es norteamericano, Dosal lleva pintada en la parte trasera de la camiseta una virgen sin rostro, muy parecida a la de Guadalupe.

La parte más sobresaliente del espectáculo es cuando proyectan en una pantalla al fondo del escenario el comercial que apareció durante el Supertazón de finales de 1983 o principios de 1984, en el que aparecen unos hombres-robots semejantes a los que describe George Orwell en su novela titulada 1984, aquella en la que el "Big brother" vigilaba y controlaba los movimientos de toda la población, de tal manera que los pobladores, más que seres humanos parecían esclavos autómatas.

El comercial mencionado viene al caso porque fue contratado por Apple, por Steve Jobs, y lo hizo para anunciar el nacimiento de las computadoras Macintosh, las primeras con interfaz gráficas (ventanas) y ratón. El anuncio decía, más o menos: "A partir del próximo 24 de enero, aparecerán las computadoras Macintosh y el mundo cambiará, de tal manera que 1984 no será ya 1984", con una clara referencia a la novela de Orwell. Este anuncio ha sido uno de los más impactantes que se han realizado.

A lo largo de la trama teatral se describen algunos logros de Jobs y luego el actor describe supuestas entrevistas con trabajadores chinos en los que estos le hacen ver que en China son explotados con jornadas de trabajo de 14 horas y una paga bajísima y que los niños también trabajan en esas condiciones, lo que ha provocado suicidios.

La idea final es destacar que el creador de Apple sabía de estas condiciones de trabajo y a pesar de eso ordenaba la fabricación de los equipos de Apple en China; en otras palabras, convierten a Steve Jobs en el villano de la película.

La labor de Alfonso Dosal es admirable porque es un buen actor y porque resulta evidente que tiene una memoria sorprendente, dado que ha memorizado el texto de una obra que dura hora y media y él es el único que habla, todo el tiempo, de principio a fin.

Al final de la representación, se organizó un debate del que habíamos sido avisados, tanto los periodistas invitados como el publico, conducido por Mauricio Clark y con la participación del escritor Sergio de Régules.

Sergio nos narró la manera en que el autor elaboró el monólogo, a partir de unas supuestas entrevistas a trabajadores chinos, y cómo fue entrevistado en un programa de radio muy famoso en Estados Unidos, en enero de 2012, para, tiempo después, ser descubierto en sus mentiras; las entrevistas no existieron y en las que sí realizó, los entrevistados no declararon lo que él afirmaba. Al final del debate, Sergio plantea: Mike Daisey mintió, ¿Y cómo queda la obra?

Por mi parte, durante el debate les hice ver que muchas empresas de Estados Unidos y de otros países trabajan con China y que a Apple, concretamente, le "maquilan" sus productos en China y en otros países, como en la India, en Irlanda, en Japón y hasta en México y que eso no significaba que los empresarios aludidos o el propio Jobs fueran los culpables de las condiciones de trabajo de China, que desde hace muchos años, antes inclusive de que Apple apareciera, existen.

Mauricio Clark, tal vez con la idea de que la obra podía quedar desvirtuada replicó afirmando que en Televisa, la empresa para la que él trabaja, tenían prohibido mencionar la palabra iPhone, porque se exponían a "ser multados por Apple", que tenía controlado a todo el mundo y que una compañera de él de un noticiero de Televisa, llamada Daniela, ya había tenido que pagar una multa de cincuenta y seis mil dólares.

Yo le dije que eso era absurdo y que para cualquier empresa era bueno que mencionaran sus productos por televisión porque les hacían publicidad. Si alguien, por ejemplo, menciona el nombre Mauricio Clark, o el de Televisa, o a Televisión Azteca, o Samsung, no comete ningún delito ni tiene porque recibir una multa, eso es simplemente libertad de expresión. Claro que si alguien dice: Mauricio Clark asesinó a alguien en el teatro, sin ser cierto; o en Televisa se viola a los empleados, o Salinas Pliego roba bolsas, o Samsung fabrica puros fraudes, o tenía un iPhone y me explotó en las manos causándome serias quemaduras, entonces sí se expone a una demanda que puede resultar en una multa cuantiosa.

Le pregunté quién había multado a Daniela y por cual conducto, por medio de qué autoridad, y le hice ver que Apple no puede multar a nadie, como él afirmaba, y me respondió a todo que no sabía; así que le dije que quedaba claro que lo que él afirmaba era falso.

Agradecí al propio Mauricio su participación, a Sergio por su intervención y felicité a la directora de la obra, Claudia Romero y al actor, Alfonso Dosal, por su buen desempeño.

La realidad es que Steve Jobs fue un visionario, un revolucionario al que debemos la interfaz gráfica de las computadoras, el ratón; la iMac, computadora construida por primera vez en una sola pieza con todos sus elementos integrados en el mismo equipo; el iPod, con el que podemos transportar toda la música que queramos en un pequeño aparato; el iPad, la primera tableta electrónica; las Macintosh, las computadoras comerciales más rápidas y eficientes; y, desde luego, el iPhone, el primer teléfono que utilizó la interfaz gráfica.

Así que, para lograr que una obra de teatro triunfe, no hay necesidad de crucificar con mentiras a nadie. Hay que hacer, simplemente, una buena obra teatral, bien escrita, bien dirigida y bien actuada. Y, desde luego, contar con un libreto que apasione a los espectadores.

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