Personajes

Alfonso Diez

alfonso@codigodiez.mx

El asesinato de Trotsky

* El final de Siqueiros, Sheldon Harte y Mercader

* Trotsky, la KGB y los documentos secretos

Segunda y última parte

Lenin murió el 21 de enero de 1924. El primer presidente de la Unión Soviética falleció en Gorki, a los 53 años de edad y las conclusiones de la autopsia que se le practicó señalaron una arterioesclerosis que le provocó cuatro infartos cerebrales como causa de la muerte. Pero, curiosamente, sólo 8, de los 23 médicos que intervinieron en el análisis del cadáver  accedieron a firmar tales conclusiones.

Trotsky acusó a Stalin de haber envenenado a Lenin. Decía que lo había hecho por medio de Genri Grigórievich Yagoda, que en esa época era agente de la Cheka, la organización de espionaje soviético que se transformó en la NKVD, de la que fue director Yagoda años después, entre 1934 y 1936 y que para lograrlo había utilizado arsénico.

Una parte importante de los datos en los que Trotsky se basaba para hacer tal afirmación eran las memorias médicas que revelaban rastros de arsénico en el cuerpo de Lenin. Y efectivamente, durante años recibió éste un tratamiento a base de arsénico y yoduro de potasio, pero no fue sino hasta muchos años después cuando se conoció la verdadera causa de la muerte de Lenin: un análisis de 2 psiquiatras y un neurólogo, publicado en la Revista Europea de Neurología, reveló que el líder soviético murió de sífilis.

En realidad, el tratamiento a base de arsénico y yoduro de potasio comenzó desde 1896, cuando contrajo la enfermedad venérea. Más de dos décadas después, el 30 de agosto de 1918, recibió 3 tiros que le disparó la activista Fanni Kaplán, uno sólo atravesó el abrigo, otro pegó en un hombro y el tercero en un pulmón. Por este motivo se creía que su salud deteriorada de los últimos días se derivaba del atentado. Trotsky, por su parte afirmaba que había sido envenenado por Stalin y la verdadera causante de su muerte, ahora se sabe, fue la sífilis. Kaplán, por cierto, fue ejecutada apresuradamente cuatro días después.

No era, sin embargo, aventurada la afirmación de Trotsky. Stalin acabó con todos los que consideraba sus enemigos, reales o no, enviando sicarios a asesinarlos mediante cualquier forma posible y fue el caso del mismo Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido como León Trotsky.

Lenin, en su lecho de muerte, advirtió a los miembros del Comité Central de su partido que no confiaran en Stalin, pero ya era tarde, éste maniobró de tal manera que logró la expulsión de Davidovich del partido, posteriormente lo exilió a Kazajstán y finalmente de la Unión Soviética, en 1929. Fue el principio del fin para el creador de la Cuarta Internacional. Once años después sería asesinado en México.

Trotsky comenzó en Constantinopla un largo peregrinar por diversos países, que no lo aceptaban como refugiado político, fue el caso de Francia, Noruega e Inglaterra. México lo acogió y el líder soviético llegó a su patria adoptiva el 9 de enero de 1937.

Frida Kahlo lo recibió en Tampico y lo acompañó en el tren presidencial en su recorrido hacia su destino final, la Ciudad de México. Le dio asilo en su propia casa, la “Casa Azul”, de San Ángel, donde vivió hasta la ruptura con Diego Rivera, en 1939 y luego se trasladó al que sería su hogar durante unos meses, su última morada, en el número 19 de la calle de Viena, en Coyoacán (En la actualidad es el número 45).

Stalin había dado la orden de asesinar a Trotsky al precio que fuera y Laurenti Beria, director de la agencia soviética de espionaje, la NKVD, mandó a sus hombres a la Ciudad de México para conseguirlo. El plan comenzó a ejecutarse en 1938.

Los documentos revelados tras las purgas hechas años después de la muerte de Stalin en la URSS, los que se dieron a conocer al terminar el siglo XX y comenzar el XXI y los contenidos en el Proyecto Venona, producto del contraespionaje estadounidense, recién develados, nos permiten armar las piezas que faltaban en el rompecabezas que fue el asesinato de Trotsky.

 La NKVD había evolucionado desde su creación como la Cheka; fue la GPU, OGPU, NKVD, MVD, KGB, NKGB, MGB, FSK, FSB, SVR… El jefe de ésta en España era Leonid Alexandrovich Eytingón, conocido como el general Kotov o Tom (Algunos historiadores se refieren al jefe de la NKVD en España como Leonid Aleksandrevich Eitington, pero Eytingón es el nombre con el que lo conocieron los Mercader del Río, que trabajaban bajo sus órdenes).

Eytingón tenía una amante que nació en Santiago de Cuba en 1892, María Eustaquia Caridad del Río Hernández quien, casada con Pablo Mercader Marina había tenido cinco hijos, cuatro varones y una mujer: Jorge, Ramón, Montserrat, Pablo y Luis Mercader del Río, conforme al orden en que nacieron; el primero nació en 1911 y el último en 1923. Tanto Caridad, mejor conocida como Caridad Mercader, como su segundo hijo, Jaime Ramón, pertenecían a la NKVD y fue así que este último recibió la orden, en 1938, como decíamos antes, de asesinar a Trotsky.

Ramón viajó entonces a París con el plan preconcebido de conocer y conquistar a Sylvia Ageloff, que había servido de correo entre Trotsky y los troskistas de Nueva York debido a que una de sus hermanas, Ruth Ageloff, trabajaba como traductora para el líder soviético. El 3 de septiembre de 1938 era la fecha planeada de los troskistas para crear la Cuarta Internacional en París y la NKVD sabía de la asistencia de Sylvia al evento.

Ésta tenía entonces 28 años de edad y Ruby Weill, agente de la NKVD también y amiga de Sylvia, le presentó a Ramón como el fotógrafo Jacques Mornard, que trabajaba para un periódico de su supuesta patria, Bélgica. “Mornard” conquistó a Sylvia, se hicieron amantes y todo marchaba conforme al plan de utilizarla para llegar a Trotsky.

En febrero de 1939, Sylvia regresó a Nueva York. Jacques le había pedido que se casaran, pero ella pensaba que éste no se adaptaría a su ritmo de vida neoyorkino. En septiembre del mismo año, Mornard se le presentó a la novia en la ciudad de los rascacielos, pero con otra identidad, era el canadiense Frank Jackson; el pretexto que le dio a Sylvia fue que no podía llegar a los Estados Unidos con su nombre “verdadero” por problemas antiguos con las autoridades de este país. Un mes después, pretextando un negocio inaplazable, “Jackson” viajó a la Ciudad de México.

En esta ciudad, algunos miembros importantes del Partido Comunista y otros líderes de la izquierda ya trabajaban en el primer plan para acabar con la vida de Lev Davidovich, que finalmente no se llevó al cabo; pero el segundo, encabezado por el pintor David Alfaro Siqueiros se realizó de la siguiente manera: En la madrugada del 24 de mayo de 1940, Siqueiros y un grupo de hombres armados se trasladaron a la casa de Trotsky, ubicada en Viena 19, en Coyoacán; les abrió la puerta uno de los hombres “de confianza” del soviético, el estadounidense Robert Sheldon Harte. Los asaltantes se situaron en el patio principal y dispararon hacia todas las habitaciones, pero tras los primeros disparos Trotsky y su esposa, Natalia Sedova, se escondieron a un lado de la cama y salieron ilesos del atentado, lo mismo que su pequeño nieto, Esteban. Nadie resultó herido de consideración.

Siqueiros y sus acompañantes huyeron sin constatar la muerte del ex jefe del ejército soviético. Sheldon Harte se fue con ellos. Participaron en el atentado Luis Mateo Martínez, David Serrano Andonegui, Néstor Sánchez Hernández, Juan Zúñiga Camacho, Julia Barradas Serrano, Ana María López, Mariano Herrera Vázquez, Antonio Pujol, Frank Jackson, David Alfaro Siqueiros y Luis Arenal, cuñado del pintor. En los días siguientes todos fueron detenidos, menos los tres últimos.

Frank Jackson (Jacques Mornard-Ramón Mercader del Río) regresó a Nueva York con la intención de prepararse para el tercer y definitivo atentado. Siqueiros se fue a esconder a una casa en la ciudad de Cuernavaca, acompañado por su esposa, Angélica Arenal y después a la sierra cercana a Hostotipaquillo, Jalisco, cerca de Nayarit, donde fue finalmente aprehendido por el coronel Leandro A. Sánchez Salazar, jefe del Servicio Secreto de la policía mexicana. El pintor fue encarcelado y poco más de tres meses después, ya en 1941, afirmaba su esposa, Angélica Arenal, fue llevado con el presidente de la Republica, Manuel Ávila Camacho, quien le ofreció indultarlo bajo la condición de que aceptara irse al exilio a Chile. Siqueiros aceptó y se instaló en Chile con la ayuda de Pablo Neruda, en 1944 emigró a Cuba y en 1946 regresó a México, cuando Ávila Camacho terminaba su mandato. Murió en Cuernavaca el 6 de enero de 1974, poco después de cumplir los 77 años de edad.

Trotsky creía que Sheldon Harte no había sido cómplice de los que cometieron el atentado y así lo declaró a la prensa. Días después del asalto, el coronel Sánchez Salazar encontró el cadáver del americano en una casa ubicada en el poblado de Santa Rosa, en el lugar conocido como Rancho Tlalninilalpa, a 500 metros de la carretera al Desierto de los Leones (kilómetro 22). Era un jacal de adobe con techo de dos aguas y enterrado en el piso de una de las habitaciones estaba el cuerpo de Sheldon desfigurado, cubierto con cal.

Los vecinos del lugar declararon a la policía que veían a Sheldon salir a caminar solo todos los días, lo que dejó ver que no lo retenían a la fuerza. Probablemente esperaba ayuda para huir hacia los Estados Unidos; pero un día, mientras dormía en un catre, Luis Arenal le disparó un tiro en la sien derecha, luego lo enterró donde fue encontrado y lo cubrió de cal.

 Muchos años después, gracias a los procesos contra los jefes de la NKVD que se llevaron al cabo en Moscú se supo que Robert era en realidad un espía soviético que había sido enviado desde Nueva York para integrarse al equipo de Trotsky como supuesto simpatizante, en calidad de secretario y/o guardia personal. Hace poco, al abrirse los archivos secretos soviéticos, se confirmó que Sheldon Harte era un agente de Stalin. Su nombre clave era Amur (Cupido). Tenía 25 años de edad cuando murió.

El 20 de agosto de 1940, Ramón Mercader del Río realizó una visita a León Trotsky en la casa de Coyoacán con el supuesto objetivo de que le revisara un artículo que le había llevado el día anterior; mientras Trotsky leía el documento, Mercader le clavó el pico de un piolet en la cabeza. Trotsky pegó un grito desgarrador y de inmediato acudieron los guardias personales que tundieron a golpes a Mercader. León les dijo que no lo mataran, para que revelara quién lo había enviado, pero tanto él, como los demás, sabían la respuesta: Stalin.

Trotsky murió al día siguiente, a las 19:25 horas, a los 60 años de edad, en la enfermería de la Cruz Verde de las calles de Victoria, en el centro de la Ciudad de México, mientras en una habitación contigua, su asesino era atendido de las heridas que le habían inflingido tras dar el golpe con el piolet.

Mercader fue encarcelado y condenado a 20 años de prisión, que purgó en la penitenciaría de Lecumberri. Poco antes de salir fue trasladado a la prisión de Santa Martha Acatitla, de donde lo trasladaron, el 6 de mayo de 1940, al aeropuerto para volar a Checoslovaquia que, por instrucciones de la Unión Soviética, le había concedido la nacionalidad y el asilo correspondientes.

Pero Ramón no voló a Checoslovaquia, lo hizo a Cuba, donde permaneció solamente unos días; ahí se embarcó en un barco soviético que lo llevó a Riga, URSS, donde llegó tras quince días de viaje y luego fue llevado a Moscú.

Los soviéticos le dieron la Estrella de Héroe, la mayor condecoración de esa nación y se reunía frecuentemente con los españoles que habían trabajado, o lo seguían haciendo, para la NKVD, como su madre, Caridad Mercader; Dolores Ibárruri, La Pasionaria; con Santiago Carrillo, Irene Falcón, su amigo Sandoval y con su hermano, Luis.

En la URS, Mercader tenía el nombre oficial de Ramón Ivanovich López y con éste figura en uno de los muros de la NKVD y en la primera lápida de su tumba.

Su amigo, Fidel Castro le había ofrecido, durante la visita de éste a Moscú, que se fuera a vivir a Cuba, así que le envió una carta y Castro le respondió de inmediato renovando la invitación. Mercader solicitó a las autoridades soviéticas el permiso para abandonar el país y no se lo concedieron. En 1974, enfermó gravemente tras una comida con directivos de la NKVD en la que probablemente le suministraron algún tipo de veneno radiactivo, como acostumbraban y a la fecha siguen haciéndolo los soviéticos (ver la primera parte de este Personajes). Su hermano Luis lo trasladó a la clínica de Kúntsevo (curiosamente al lado del panteón donde actualmente están sus restos) y entonces le concedieron el permiso para dejar la URSS.

Mercader estaba casado con la mexicana Roquelia Mendoza, con la que había adoptado tres hijos, Arturo, Jorge y Laura, que ya se habían adelantado a La Habana. Fidel le dio trabajo en el Ministerio del Interior. Pero con el paso del tiempo la salud de Mercader fue empeorando. Un día, bastó que levantara el brazo para tomar su reloj y el hueso interno se le quebró. Los médicos que lo abrieron descubrieron que tenía los huesos “podridos”. Para julio de 1978 agonizaba y recibió la visita de su hermano Luis, que también gestionaba su salida de la URSS hacia España.

A mediados de octubre de 1978, Ramón Mercader del Río-Jacques Mornard-Frank Jackson falleció en La Habana. Sus cenizas fueron enterradas en Moscú, en el cementerio de Kúntsevo. La lápida provisional sólo decía: “López, R.I. (Ramón Ivanovich)”. Una segunda, vertical, fue colocada en 1987 con la leyenda: “Al héroe de la Unión Soviética Ramón López”, en ruso. La tercera y última contiene su foto y dice simplemente: “1913-1978, Ramón Mercader del Río”, en ruso y en español.

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