Personajes

Alfonso Diez

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Snowden, al filo de la navaja

100 años de perdón para el espía que espía a otro espía

 

 

El gobierno de Estados Unidos acusa a Edward Snowden de espionaje; de espiarlos a ellos mismos para revelar a su vez cómo espían estos a los demás.

En otras palabras, un espía acusa a otro espía de espiarlo. Aquí cabe muy bien la frase de que "Ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón".

Cuando Barack Obama declaró que no iba a enviar un avión de combate a bajar la nave en que Edward Snowden se trasladara al país que le diera asilo, porque no iba actuar de esa manera con un hacker tan joven, le estaba tendiendo en realidad una celada. En el momento en que el avión de Snowden aterrizara en España, Francia, Italia, o Portugal para cargar combustible iba a ser aprehendido. Lo estaban esperando. Lo están esperando. Otra posibilidad era cerrarle el espacio aéreo para obligarlo a aterrizar en el país que tuviera preparada la operación correspondiente para aprehenderlo.

Cuando decidió no abordar la aeronave que lo conduciría a La Habana, para de ahí volar a Ecuador en busca de asilo, se salvó de caer en manos del gobierno de Estados Unidos vía los países mencionados, porque la capacidad de vuelo del avión que lo transportaría desde Rusia probablemente no era la suficiente e iba a tener que abastecerse de combustible en alguno de estos países.

Eso se desprende de lo que sucedió al presidente de Bolivia, Evo Morales. Salió de Rusia, rumbo a su país y los cuatro mencionados le impidieron cruzar su espacio aéreo porque tenían información, errónea, de que Snowden viajaba con él. El embajador español puso como condición para permitir a Morales continuar su viaje sobre territorio de España "que le invitara a tomar un café a bordo de su avión, para comprobar que Snowden no se encontraba a bordo". ¡Qué descaro! Evo no aceptó. El único país que le permitió aterrizar y cargar gasolina fue Austria; ahí se comprobó que Snowden no estaba a bordo y sólo entonces España permitió que su aeronave cargara combustible en Canarias, aunque ahora el gobierno español pretenda hacer creer que esto último demuestra que no impidieron el vuelo de Evo y ya declararon, además, que no le van a ofrecer una disculpa.

Los cuatro multimencionados, y hay que volverlos a nombrar: España, Francia, Italia y Portugal, cometieron un delito, por decir lo menos, violaron el Derecho Internacional, porque al presidente de una nación soberana, electo democráticamente, no se le puede impedir que se transporte en avión a su patria; no se le puede agredir, secuestrar de esa manera.

Pusieron, además, en peligro su vida. Fue una agresión a Evo y al pueblo que representa, Bolivia.

El presidente de Bolivia lamentó el servilismo de los países europeos aludidos con Estados Unidos y consideró el incidente como una humillación no sólo para él y para su pueblo, sino para todos los gobiernos y los pueblos de América Latina.

¿Qué hubiera sucedido si hubiera sido el presidente de Estados Unidos el sospechoso de llevar a bordo a un acusado de espionaje por otro país? ¿Hubieran procedido igual con él? ¿Habrían arriesgado su vida? Claro que no. Esta simple comparación nos hace ver que abusaron porque se trataba del mandatario de un país pobre, al que nada tenían que pedirle, del que no les importaba una reclamación. ¡Qué vergüenza!

Y cabe aquí otra reflexión: diversos países latinoamericanos se han solidarizado con Morales y la pregunta es: ¿Qué va a suceder el día que el presidente de alguno de los cuatro países auto sobajados pretenda cruzar por el espacio aéreo de estas naciones? ¿Se lo van a permitir? ¿Le van a echar en cara su conducta?

La próxima vez que alguno de los cuatro mandatarios cuya imagen está ahora por los suelos planee un viaje a América Latina lo tendrá que pensar profundamente.

Y hay una pregunta más: ¿Qué va a hacer Snowden? Ha pedido asilo a casi tres decenas de países y los que no se lo han negado se lo han condicionado, considerarán estudiar darle asilo cuando se encuentre en el territorio del país al que lo solicita. Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, anunció que "si las circunstancias lo permiten, le dará asilo". Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, también le ofreció asilo. Pero supongamos que Snowden toma un avión a Nicaragua o a Venezuela con la esperanza, la simple esperanza, de que alguno de estos le conceda asilo; en el trayecto su avión deberá abastecerse de gasolina en algún país europeo y ahí lo van a detener, así que ésta no es una opción. Salvo que encuentre una manera de volar directamente a ese país (en un avión más grande, de largo alcance).

¿Cuál lo es, entonces?

Aceptar el asilo que le ofrece Rusia (Putin) con la condición de que "no siga dañando a EU" parece ser su única opción.

Cabe aclarar que su delito (espiar a los espías y denunciar lo que considera ilegal: el espionaje a través de teléfonos e internet) lo han cometido otros en el pasado, y de manera más grave, sin consecuencias.

Philip Agee, por ejemplo, fue agente de la CIA y reveló lo que sabía sobre la agencia en un libro que se titula "Diario de la CIA, La compañía por dentro". El libro fue publicado en inglés en 1975 por Stonehill y  por Penguin Books; y en español, en 1978, por una editorial de Barcelona, Laia. En México lo publicó Grijalbo en 1976, pero cuando Luis Echeverría se dio cuenta habló con el dueño de la editorial, Juan Grijalbo, y le solicitó que lo retirara del mercado, lo que éste consistió. El problema para el entonces presidente fue que Agee reveló en su libro que Echeverría había sido agente de la CIA y dio detalles de algunos de los mensajes que envió a la sede de tal agencia, incluyendo uno en el que les revela que Díaz Ordaz le dice, en secreto, que él va a ser su sucesor en la presidencia, el mismo día en que lo hace. Agee vivió en Londres sin problemas y murió en La Habana el lunes 7 de enero de 2008, a los 72 años de edad.

Otros dos que revelaron secretos de la CIA sin consecuencias fueron el periodista ganador del Premio Pulitzer Tim Weiner, en su libro "Legado de cenizas, La historia de la CIA", publicado en 2008 por la editorial española Random House Mondadori.

Y Jefferson Morley, que parece retomar "los secretos" de Philip Agee en su libro "Nuestro hombre en México, Winston Scott y la historia oculta de la CIA", publicado en inglés por la University Press of Kansas, en 2008, y por Santillana, en español, en el mismo año (Ver Nuevas revelaciones sobre la CIA en México).

Dejé para el final a Anna Chapman (ver Trotsky, la KGB y los documentos secretos), porque el caso de la espía rusa que fue descubierta en Estados Unidos y deportada a su país el 27 de junio de 2010, acaba de tomar un sesgo que la relaciona con Snowden: Anna le envió un mensaje a éste solicitándole que se casara con ella, apenas, el pasado 4 de julio. La espía fue intercambiada junto con otros nueve rusos por cuatro agentes de Estados Unidos presos en Rusia. Si Snowden acepta, cosa que dudo, tendría que solicitar asilo a Rusia para poder casarse con Chapman y, en consecuencia, aceptar lo que le pide Putin: "que no siga dañando al gobierno de los Estados Unidos, que es su socio y amigo"; aunque, atención, aquí la historia puede tomar un rumbo inesperado: Si Snowden se casa con Chapman, tras pedir asilo a Rusia y aceptar las condiciones de Putin, poco tiempo después podría pasar de refugiado a ciudadano ruso (gracias al casamiento) y entonces podría reanudar las revelaciones que trae consigo en cuatro laptops, sin temer represalias de Rusia porque lo haría en calidad de ciudadano de este país.

 Anna Chapman está, en realidad, ofreciéndole una magnífica solución a Snowden.

La pena que podría sufrir éste si lo aprehenden y lo llevan a Estados Unidos es la muerte (lo que también podría sucederle a Assange, asilado en la embajada de Ecuador en Inglaterra), así que tiene que pensar muy bien cuál es el paso que ahora va a dar.

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