Personajes

Alfonso Diez

alfonso@codigodiez.mx

La leyenda de Mario Lanza

A finales de mayo de 1948, Mario Lanza vino a cantar a México en lo que sería el final de la gira de 86 conciertos con su "Bel Canto Trio", que comenzó en Canadá y siguió por Estados Unidos, hasta llegar a nuestro país. Le gustó tanto que cuando se trató de filmar "Serenata", que comenzó en junio de 1955, escogió México para hacerlo y a Sarita Montiel como una de las protagonistas. La vio por primera vez en una película mexicana y su hija Coleen le decía a Lanza que era la mujer más bella que había conocido. A lo largo de más de medio siglo, los más grandes tenores han dicho que el mejor de todos fue Mario Lanza. Su vida es casi desconocida para las nuevas generaciones y, sin embargo, sus discos se siguen vendiendo y sus películas se siguen mencionando como joyas de las grandes interpretaciones. Su voz era bella y potente. Hace unos meses el cantante habría cumplido 92 años de vida. Nació en Filadelfia, el 31 de enero de 1921.

Mario murió muy joven para la gran fama que dejó, a los 38 años de edad, el 7 de octubre de 1959. Sobre las causas de su muerte hay dos versiones, la oficial, que dice que un coágulo de la pierna se le fue al corazón y le causó un infarto fulminante y otra que señala que el coágulo se le fue al pulmón, lo que le ocasionó el deceso.

Una historia descabellada señala a Lucky Luciano, el poderoso jefe de la mafia norteamericana, como el que ordenó su asesinato al médico y a la enfermera que atendían al tenor en la Clínica Valle Giulia, de Roma (donde Lanza se sometió a una cura de sueño a base de inyecciones para perder peso), como venganza por negarse a asistir a un concierto benéfico en Nápoles. Según su entrenador de gimnasia, en el documental “The American Caruso”, que presentó Plácido Domingo en 1982, la causa de su muerte fue que le inyectaron aire en la vena. Dice el mencionado entrenador que médico y enfermera desaparecieron de la clínica. La mañana de ese día la había pasado cantando para las enfermeras y uno de los empleados del lugar declaró en el documental “Singing to the Gods” (2005) que aunque su habitación estaba en el quinto piso se le oía perfectamente desde el vestíbulo.

Hace algunos años, cuando el que esto escribe publicó por primera vez esta historia, hubo una magnífica respuesta de los lectores y no faltaron las aportaciones con versiones diversas acerca de las verdaderas causas de la muerte del tenor, pero los problemas de salud que efectivamente aquejaron a Lanza indican como la más probable el infarto cardiaco. Los últimos datos de que dispone el que suscribe le permiten ampliar el tema.

Mario Lanza estaba contento porque tenía firmados dos contratos con la Opera de Roma para cantar en 1960 “Pagliacci” y “Tosca” (ésta junto a Renata Tebaldi). Además le habían propuesto cantar en La Scala y en el San Carlo de Nápoles, aún cuando no había nada firmado. Para entonces, ya había bajado mucho de peso. Por fin, ahora que el cine parecía haberle abandonado, podría dedicarse de lleno a la ópera en vivo, pero ya no pudo lograrlo.

Para algunos recientes amantes de la ópera, el nombre de este gran tenor puede no decirles nada, aunque sus discos están en todas las tiendas especializadas de todo el mundo (quedan pocas), incluidas lasvirtuales que tan de moda están ahora, ya que sus grabaciones no han dejado de reeditarse nunca; pero para millones de personas de la generación de mediados de los cuarenta y de los cincuenta fue la chispa que encendió el amor por la ópera. Su película “El Gran Caruso” fue un acontecimiento mundial y el mayor éxito de público de 1951, en un momento en que el cine era el entretenimiento por excelencia y los cinéfilos devoraban las películas.

José Carreras, por poner un ejemplo, decidió dedicarse a la ópera después de ver “El Gran Caruso” y tanto él como Plácido Domingo han dedicado sendos documentales filmados y múltiples recitales a la memoria de Mario Lanza que circulan por las mencionadas tiendas virtuales.

La voz de Mario Lanza era de tenor lírico spinto y a la vez dramático. En una de sus películas (“The toast of New Orleans“), le hacen una prueba de voz y le piden notas graves, el maestro que le escucha dictamina: “no es tenor, es barítono”; pero al escucharle ascendiendo a la zona aguda con su brillante “do” asegura: “es tenor”.

Mario Lanza era su nombre artístico, se llamaba en realidad Alfred Arnold Cocozza Lanza.. Aprendió a cantar escuchando discos de Enrico Caruso. Sus padres, que eran italianos (aún cuando en España hay quienes afirman que su madre, María Lanza, era natural de Santander), adoraban a Caruso.

Recibió clases de canto de Sergei Koussewitsky, quien quedó impresionado por su voz y se lo llevó a Tanglewood como becario, provocando los celos de Leonard Bernstein. Entonces tomó el nombre y apellido de su madre como propios y nació Mario Lanza. En Tanglewood interpretó “La Bohemia“, acompañado por cantantes profesionales y, posteriormente, el rol de Fenton en la versión en inglés de “Las Alegres Comadres de Windsor“ (música de Carl Otto Nicolai), con críticas muy favorables en los periódicos. Su debut lo hizo precisamente con esta ópera en el Festival de Música de Berkshire.

Enrolado en los Servicios Especiales de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos intervino en dos musicales: “On the beam” (Bajo el reflector), de Frank Loesser, en el verano de 1943 y “Victoria alada”, el 20 de noviembre del mismo año, durante 212 representaciones, como parte del coro integrado por 50 cantantes. Esta última pasó al cine en 1944, dirigida por George Cukor, fue su primera película.

De regreso de la guerra participó cantando ópera en seis emisiones del programa de radio de la CBS “Grandes Momentos de la Música”, en octubre de 1945; se dedicó a dar conciertos acompañado al piano y en julio de 1947 formó el “Bel Canto Trio“, con George London y la soprano Frances Yeend (Eva de “Die Mesistersinger…” del Liceu, de enero de 1955), ofreciendo 86 conciertos entre el 8 de julio de 1947 y el 27 de mayo de 1948, bajo los auspicios y consejos del gran director Constantino Callinicos que acompañó a Lanza en innumerables grabaciones para la RCA, compañía que lo tuvo en exclusiva durante toda su vida. En esos conciertos, Lanza era el más vitoreado de los tres cantantes y London estaba alucinado con su voz; posteriormente llegó a decir que si Mario Lanza “hubiera podido salir de su piel y escuchado su propia voz, hubiera vivido de un modo distinto”, ya que era notoria la inseguridad que tenía sobre sus verdaderas cualidades. No creía merecer el éxito. Estudió “Bel Canto” con Enrico Rosati, a lo largo de quince meses.

Fue clave en su carrera el concierto del 28 de Agosto de 1947 en el Hollywood Bowl, al lado de Frances Yeend y dirigidos por Eugen Ormandy, al mismo asistió un cazatalentos de la MGM que le propuso un contrato y aquí comenzó la parte más conocida de la vida de Mario Lanza, la que va ligada a sus películas. No obstante, en abril de 1948 fue contratado para dos funciones de “Madame Butterfly” en Nueva Orleans, al lado de la soprano japonesa Tomiko Kazanawa, con tal éxito que lo solicitaron para “La Traviata” en 1949, pero sus compromisos con el cine se lo impidieron. De las 9 películas en que intervino, en 7 fue protagonista, en la primera corista y en “El Príncipe Estudiante” sólo pudo escucharse su voz. Sobre este particular se dijo en su momento que la MGM prescindió de él porque su volumen corporal le impedía vestir los trajes diseñados para el príncipe, pero eso no era verdad porque precisamente en 1952 (año de la preproducción) Lanza ofrecía una silueta más estilizada que en “El Gran Caruso“. Lo que realmente sucedió fue que Curtis Bernhardt, el director propuesto, asistió a las grabaciones de los playbacks y no estuvo de acuerdo con el énfasis de Lanza en una canción, éste pidió un nuevo director y la MGM optó por despedir al cantante. Lo curioso del caso es que cuando se comenzó a rodar “El Príncipe Estudiante”, en 1954, la MGM ya no contaba con Bernhardt y propuso a Richard Thorpe, con quien Lanza tuvo una magnífica relación durante la filmación de “El Gran Caruso.

En 1957 filmó en Roma “Las Siete Colinas de Roma” y después siguió con una serie de exitosas giras por el Reino Unido, Irlanda y otros países de Europa. Su última película fue “Por primera vez”, para la cual grabó la banda sonora en la Ópera de Roma, a fines de agosto de 1958. Ahí, el director artístico de la misma, Riccardo Vitale, le ofreció el papel de Canio, de la ópera I Pagliacci, para la temporada 1960-61. Pero su salud iba de mal en peor, le dio flebitis aguda y tenía hipertensión arterial.

En agosto de 1959, Mario tuvo un ataque cardiaco e inmediatamente después una neumonía doble y dos meses después, el 7 de octubre de 1959, falleció por las causas mencionadas al principio de estas líneas.

Su viuda, Betty Cocozza, se suicidó con barbitúricos cinco meses después, en Hollywood. El menor de sus hijos era Marc, quien murió de un ataque al corazón en 1993, a los 37 años de edad. Coleen, la mayor, murió en 1999, atropellada en una autopista y Damon, el mayor de los varones, murió a los 55 años de edad nueve años después, de un ataque alcorazón.

Si Lanza sólo hubiera agradado al gran público porque la voz iba acompañada de una gran simpatía y un indudable atractivo físico, a pesar de no superar el 1,70 de estatura (razón por la cual sus zapatos tenían plantillas y tacones elevadores), podría ser que se hubiera fabricado un falso ídolo, pero los siguientes testimonios no dejan lugar a dudas respecto al gran tenor que fue Lanza:

Toscanini: “Mario Lanza posee la voz más grande del siglo”

Serge Koussewitsky: “Una voz así aparece cada 100 años”

María Callas: “Lo que más lamento es no haber podido tener la oportunidad de cantar con Mario Lanza, que poseía la mejor voz de tenor que yo haya escuchado”. “Es el sucesor de Caruso”.

José Carreras: “Si soy cantante de ópera, es gracias a Mario Lanza” (Se hizo tenor tras ver en el cine a Mario Lanza en “El Gran Caruso). “Su magnífica voz enriqueció nuestras vidas y nos introdujo a un amplio espectro de música clásica y popular”.

Giuseppe Di Stefano: “No creo que se diera cuenta de lo bueno que era”.

Luciano Pavarotti: “Tenía una voz fantástica, no sólo maravillosa, sino fantástica”.

Plácido Domingo: “Tenía una voz de enorme impacto dramático”.

Renata Tebaldi: “Lanza tiene la voz de tenor natural más bella que he escuchado”.

Lawrence Tibbett: “Dentro de 50 años la gente reconocerá a Lanza como el gran artista que es” (En 1950).

Franco Corelli: “La manera en que Mario Lanza cantaba era tanto convincente como llena de corazón”.

Richard Bonynge y Joan Sutherland: “Ambos estábamos sorprendidos con el tamaño de su voz y también impresionados por la musicalidad innata de Lanza. No cabe duda que pudo haber tenido una sorprendente carrera en la ópera”.

Licia Albanese: “Él tenía todo lo que uno necesita: la voz, el temperamento y una dicción perfecta”.

Otros personajes que reconocieron la calidad de su voz fueron: Frank Sinatra (que asistió a su entierro), Elvis Presley, Tito Schipa, Richard Tucker, Dorothy Kirsten, Helen Traubel y Roberto Alagna. Pero el comentario más sorprendente es el de Enrico Caruso, hijo (nacido de la larga relación de su padre con la soprano Ada Giacchetti y que fue eliminada de “El Gran Caruso” por expresa prohibición de su esposa, Dorothy Benjamin), en su libro “Enrico Caruso: my father and my family”.

El hijo de Caruso afirma que la voz de Mario Lanza “era sin tacha, fluía natural y con una fuerza que pocos tenores pueden conseguir y además era extraordinaria, tanto en los fragmentos de ópera como cantando música popular, superando en esto los extraordinarios talentos de mi padre”.

Lanza filmó en México (en San Miguel de Allende y en la hacienda cercana a la población que perteneció al matador de toros Pepe Ortiz) junto a Sarita Montiel la película “Serenata”, en 1955. Hay una escena en la que Juanita, el personaje de Sara, está rezando en la iglesia (la de San Felipe Neri) y Mario canta el Ave María. Finalmente se casan. Sus compañeros de reparto fueron Joan Fontaine y Vincent Price y el director Anthony Mann, quien se convertiría en esposo de la actriz española. En el documental “Singing to the Gods” (2005), Sarita afirma que Lanza temía no agradar a las mujeres por su exceso de peso y, además, tenía tristeza interior.

El tenor llegó a alcanzar los 120 Kg. de peso, obviamente excesivos para su estatura, e hizo lo imposible por perderlos, inclusive la mencionada cura de sueño en la Clínica Valle Giulia de Roma, donde encontró la muerte. Por cierto que el 7 de octubre de 1959 por la mañana se encontraba tan bien que llamó a su esposa y le dijo que por la tarde iría a casa. Pero no pudo hacerlo, porque falleció a las pocas horas.

Lo que queda de Mario Lanza para el presente y el futuro son sus múltiples biografías, sus películas que aún se ven con sumo agrado y unas grabaciones antológicas de una voz que abarcó todos los campos: la ópera, la opereta, la canción religiosa, el musical y la canción popular. Una voz que tiene admiradores y detractores. Muchos han insinuado que su voz era producto del micrófono, pero las críticas de sus conciertos, tanto de los años 40 como los europeos de los años 50 del pasado siglo, desmienten esa falacia e inclusive Licia Albanese (que lo propuso para “Andrea Chênier” en el Met, que luego él decidió no interpretar) aseguraba que su voz era de un volumen considerable y de una belleza extraordinaria, con centro y grave de tipo baritonal y unos centelleantes agudos. “Granada”, de Agustín Lara, tiene, en la voz de Lanza, probablemente la mejor interpretación de esta famosísima canción.

Otra mentira que propagaron los que no conocían realmente la trayectoria de Lanza es que nunca cantó una ópera completa, que no tenía “el aire y la resistencia necesarias” para lograrlo, pero estaban equivocados porque la formación de Lanza fue tomando clases de Bel Canto con prestigiados maestros y su carrera comenzó precisamente como cantante de ópera, como se desprende de lo que se ha relatado en estas líneas.

Filmó nueve películas: “Victoria Alada”, de George Cukor, en 1944, “Aquél Beso de Medianoche”, de Norman Taurog, en 1949; “El Sabor de Nueva Orleans”, de Taurog también, en 1950; “El Gran Caruso”, de Richard Thorpe, en 1951; “Porque Eres Mía”, de Alexander Hall, en 1952; “El Príncipe Estudiante” (sólo su voz), de Richard Thorpe, en 1954; “Serenata”, de Anthony Mann, en 1956; “Las Siete Colinas de Roma”, de Roy Rowland, en 1957, y “Por Primera Vez”, de Rudolph Maté, en 1959.

En la película australiana “Criaturas celestiales” (de Peter Jackson, 1994), el actor Stephen Reily encarna a Mario Lanza, en un sueño onírico de las protagonistas que sólo piensan en el tenor, sus películas y sus discos, y se escuchan cinco interpretaciones suyas a lo largo de este inquietante film.

Mario Lanza consiguió una popularidad que pocos han conseguido y generó una afición y un entusiasmo insólitos por la ópera. En 1961, el alcalde Richardson Dilworth, de Filadelfia, proclamó oficialmente el 7 de Octubre como “MARIO LANZA MEMORIAL DAY“. Entre las calles 3 y Queen Street de esta ciudad se encuentra el Mario Lanza Park. En Queen Street está el Mario Lanza Museum, ubicado en The Settlement Music School. Y en Eastwick, al suroeste de Filadelfia, se encuentra el Mario Lanza Boulevard. Un avión de Allegheny Airlines llevaba el nombre de “The Mario Lanza”, a principios de los años 60. En el Reino Unido existe la “British Mario Lanza Society“. Además, el “Mario Lanza Institute” de Filadelfia fundó la “Mario Lanza Educational Foundation” en 1976, para premiar y becar a futuros cantantes, en memoria de Mario Lanza. Fue el primer artista de la RCA Victor Red Seal en obtener el Disco de Oro y el primero también en vender dos y medio millones de discos.

Para 1960, iba a cantar en el Covent Garden y ya lo habían llamado para interpretar el personaje de Mario Caravadossi, de la ópera Tosca, en la Scala de Milán; así como a Canio, de Pagliacci, pero la muerte se lo impidió.

Tal vez la única ocasión en que Mario dice unas palabras como introducción a la melodía que va a interpretar en un disco fue cuando grabó “With a song in my heart”, la famosa canción de Rodgers and Hart que también fue tema musical y título de la película dedicada a la vida de Jane Froman, con Susan Hayward.

Lo que dice el cantante es: “Saben, hay ocasiones en que me da la impresión de que hay muchas canciones tristes de amor que hablan de corazones rotos y decepciones, que se supone vienen juntos; para mí, el amor debe ser lo que más alegría nos causa, algo para cantar acerca de la belleza interior y la felicidad y canciones como ésta”. Comienza entonces un bellísimo arreglo musical con la orquesta de Ray Sinatra y después surge la potente voz de Mario cantando: “Con una canción en mi corazón, contemplo tu adorable cara. Es sólo una canción cuando comienza, pero pronto se convierte en un himno dedicado a tu encanto…”

Damon, el nombre que le puso Mario a uno de sus hijos, lo tomó de su personaje en la película Serenata, que filmó en México, en San Miguel de Allende.

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