Gachupín

 

Con su chamarra de sol

y su guitarra de luz,

fumaba mirando al mar

el Puerto de Veracruz.

 

Así te vino a esperar,

sin saber ni que llegabas,

eras otro de los tantos

que México recibía.

 

El humo puesto a secar

a popa se despedía,

como un adiós sobre el mar

que a tu España se volvía.

 

Tantas ansias por llegar

y luego te arrepentías

y qué ganas de llorar

que hasta el alma te dolía.

 

Después a empezar de nuevo,

a comenzar desde abajo,

la suerte del mismo idioma

fue tu agente de trabajo.

 

Cuántas veces el recuerdo

con muro de desalientos

te quiso cerrar el paso,

sin saber que un español

será siempre un gran señor

analfabeto al fracaso.

 

Y sin cuartel noche y día,

luchando por imponerte,

sin esperar de la suerte,

ni soñar con loterías.

 

Y esa suerte te llevó arriba,

porque nunca te importaban

los peldaños que faltaban

sino subir, subir cada día.

 

Como una rueda sin fin

de luchas y desengaños,

fueron pasando los años,

pero pasaron al fin

mi querido gachupín.

 

¿Te acuerdas de Veracruz

con su chamarra de sol

y su guitarra de luz?

 

Ese mismo Veracruz

que un día te vino a esperar

sin saber ni que llegabas.

 

¿Te acuerdas como te hería

el nombre de gachupín,

que en lengua azteca es al fin

“hombre a caballo” y ya ves

como nadie ofenderte quería?

 

Pero ahora que tu orgullo es

mostrar a los hijos tuyos

que nacieron mexicanos,

dilo con esa alegría

del que sabe ser feliz:

 

Si señor, soy gachupín

porque he nacido español,

pero a  México señor

no he venido a malvivir,

ni a quejar ni a maldecir,

he venido ha trabajar

y aquí me van a enterrar

cuando me toque morir.

 

Ande, grite gachupín,

que para mi será

como un gran timbre de honor,

que solo se lo permito,

por las dudas lo repito,

que lo diga el mexicano

que siente amor por su tierra.

 

No ese ingrato mal nacido

que de México se ha ido

sin que nadie lo corriera,

ese que en tierra extranjera,

renegado y sin hombría,

compró una ciudadanía

que ninguno le ofreciera.

 

Que despreció la bandera

que su patria le entregara,

la tierra que lo acunó

y la leche que bebió

de una madre mexicana.

 

A ese que así me grita,

o me llama gachupín,

con la punta del botín

lo llevo hasta la frontera,

para una vez que esté ahí,

a ver si queda enterado

cómo trata a un renegado

un padre de mexicanos

español y gachupín.

 

¿Héctor Pérez Galaiardi, o Héctor Gagliardi?

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