Poesías inolvidables

Nunca insultéis a la mujer caída

Nunca insultéis a la mujer caída,

nadie sabe qué peso le agobió,

ni cuántas luchas soportó en la vida,

hasta que al fin cayó.

 

¿Quién no ha visto mujeres sin aliento

asirse con afán a la virtud

y resistir el duro viento del vicio

con serena actitud?

 

Gota de agua pendiente de una rama

que el viento agita y hace estremecer,

¡Perla que el cáliz de la flor derrama

y se convierte en lodo al caer!

 

Pero aún puede la gota peregrina

su perdida pureza recobrar,

y resurgir del polvo, cristalina,

y ante la luz brillar.

 

Dejad amar a la mujer caída,

dejad al polvo su vital calor,

porque todo recobra nueva vida

con nueva luz y amor.

 

Víctor Hugo

 

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