Si

 

Si fiel a tu destino conservas la entereza

cuando todo a tu lado desfallece en temor;

si disculpando en otros la duda o la tibieza,

confías en ti mismo como propio hacedor.

Si conoces la ciencia de esperar sin fatiga,

si al verte calumniado no sabes calumniar;

si al odio no respondes ni con odio ni intriga

y del mérito propio no te sabes jactar.

 

Si sueñas y el sueño tu voluntad no agota;

si piensas, mas pensando no menguas tu ideal;

si sabes enfrentarte al triunfo y la derrota

y a cual dos impostores los tratas por igual.

Si la verdad que dices es tal que repetida

no puede el malvado torcerla al deshonor

y al mirar destrozada la ilusión de tu vida

con mellados cinceles revives su esplendor.

 

Si haciendo un solo acervo con todos tus tesoros

los arriesgas a un golpe de fortuna o de azar

y al perderlos, sereno, sin inútiles lloros,

con esfuerzo valiente sabes recomenzar.

 

Si eres bravo hasta el punto de que rindan jornada

tus músculos y nervios cansados en la lid,

cuando en ti ya no quede en carne fatigada

más que el querer invicto que grita: ¡Proseguid!

 

Si convives con turbas sin tacha ni desdoro,

si departir con reyes no te hace envanecer,

si no hay rival ni amigo que hiera tu decoro,

si bueno para todos te sabes retraer.

Y si el febril minuto para ti siempre fuera

sesenta victoriosos segundos en un haz:

¡Hijo mío, del mundo la conquista te espera!

pero más todavía: ¡Todo un hombre serás!

 

Rudyard Kipling, versión en español de Alfonso Diez.

Ver todos